Buenos Aires, julio de 1994.
“La música es el efluvio que traspasa todos los autismos. Y en ocasiones con Orfeo, pretende retornar del mundo de los muertos. Marca territorios, agencia colores, sonidos, gestos, fonemas. Se repite en lamentos autocompasivos hasta obsesionar, letanías. O deviene pegadiza y súbita, en líneas de fuga donde no hay nada que explicar: ritornelos. La Música está en la Naturaleza y preexiste o al menos coexiste con el Hombre. Vale decir, la música ya está, tanto para el hombre que la posee cuando niño como para algunos que la recuperan como adultos, cuando aprenden a desaprender. En este sentido, la Música es un medio terapéutico indudable. Recordar que como todos los medios terapéuticos pueden ser -de acuerdo a como se los emplee- iatrogénicos (enfermantes) o terapéuticos (curativos) … algunos interrogantes que me surgieron después de la lectura de estos trabajos:
a) Si en el estar molar, el Inconsciente de pacientes y terapeutas es producto de vínculos, de imágenes que provocan interpretaciones psicoanalíticas ¿qué intervenciones se requieren en el estar molecular, cuyo concepto de Inconsciente es el territorio a producir, que no Es, sino que fue o será, que se despliega en superficie, porque está siempre Siendo.
b) Si el material de las sesiones de Musicoterapia puede ser supervisado por cada profesional desde su E.C.R.O. (Esquema Conceptual Referencial Operativo) desde la disciplina en la que se ha formado ¿Cómo será la Covisión del material por el mutuo contagio de sus conocimientos y cuáles los dispositivos analizadores de esta multiplicidad de visiones y de este positivo contagio transdisciplinario.
c) Si en la práctica del psicoterapeuta hablamos del proceso de alienación y desalienación de terapeutas y pacientes ¿qué mecanismo de desalienación conviene estimular para fugar (musicoterapeutas y pacientes y/o alumnos de las capturas (alienaciones) en que pueden quedar encerradas las prácticas perversas de dicho vínculo.
d) Así como la Anti-psiquiatría fue la respuesta contracultural a los excesos enajenantes por los abusos de autoridad de poder del gremio médico-psicológico ¿podría citarse este texto como un ejemplo de Anti-música, no porque intente destruir los procesos de formación y asistencia musical, sino porque pretende desinfectarlos?”.
Del libro “Sonido, Comunicación y Terapia”, de Rolando Benenzon, Violeta Gainza y Gabriela Wagner, 1997