Prólogo al libro “Por amor al arte”

Arte es una manera como se hace o debe hacerse una cosa y como oposición a naturaleza destaca la intervención del hombre en la realización de un afecto gozoso. Es actividad humana dedicada a la creación de cosas vivas o inertes. Y desde los tiempos clásicos se lo subrayó como pura manifestación de la belleza, sin expresar adhesión a ninguna clase de ideas. Se habla del Arte tecnológico, adquirido por el estudio o por la práctica y del Arte de magia, que existe de manera inexplicable sin que se sepa o se pueda comprender cómo ha ocurrido. Cuando se lo concibe como conocimiento u objeto utilitario, es meramente devorado por las máquinas del poder mayoritario que se lo fagocitan. Cuando se produce en el entre-cruzamiento de la causalidad y el azar, se convierte en acontecimiento revolucionario minoritario que inventa corredores de fuga críticos a los sistemas dominantes que tienden a reducir y a totalizar.
Giorgio Agamben no ve el arte como refugio de un mundo desilusionante sino como aquello que suministra fundamentos para una política (micropolítica) de resistencia a los dolores del presente. Recordando a Pichón: “La vivencia estética proporciona el pasaje de lo siniestro a lo maravilloso”
Es minoritario cuando se lo produce con espíritu lúdico más allá y más acá de las fronteras del beneficio utilitario, económico, social, etc. propuesto por los mandatos mayoritarios y es designado vulgarmente como acción “por amor al arte”, designación tan vilipendiada por el eficientismo del Mercado y sin embargo tan imprescindible para gestar las vías de navegación del jugar como base y esencia de la creación con la sabiduría del niño. Éste es un libro por amor al arte, un libro de mestizaje con actores, colegas y autores de las más diversas proveniencias abiertos al contagio positivo y es por asentarse en ese contagio creativo del Teatro Espontáneo y del Psicodrama que estas páginas transcurren sobre ejes potentes: la multiplicidad, lo grupal solidario y la invención en la otredad con y por los otros. Aquí el autor describe su encuentro feliz con Moysés Aguiar para la revitalización de los conceptos de Moreno sobre Teatro Espontáneo, tal como yo consueno en mi encuentro con la Troupe de Marilen Garavelli -“El Pasaje” de Córdoba- y al mismo tiempo describe su consonancia y resonancia con La Multiplicación Dramática, y el enaltecimiento de la murga montevideana tomándolos como alimentos para mezclar y construir anticuerpos contra las máquinas de demolición.
Por ello, es una invitación a generar anticuerpos contra el Daño Psicológico que tiende a expandirse deletéreamente por todo el planeta en esta era de la globalización económica y mediática, la era de la “bomba financiera” (según Marcos). Ella tiende a homogeneizar redes de poder transnacional que se despliegan para ejercitar el poder de sus elites sobre el resto de la humanidad en escala planetaria (inspiradora de la ira globalifóbica), conjugándose con la vertiginosa aceleración de los avances tecnológicos -en especial de los mass-media electrónicos- que proveen el zapping informático hacia el englobe de una simultaneidad planetaria por donde se vehiculiza dicha transnacionalidad.
Entonces nos preguntamos ¿y por qué no … estar disponibles para ser agenciados por los acontecimientos contagiosos que nos permiten inventar y salir a la búsqueda de nuestras mejores esperanzas?
Inclusive seguir interrogando con herramientas disímiles las concepciones del sujeto producto de la sinonimia entre subjetividad e interioridad, entre lo mental y lo psíquico, que son las mismas que han sujetado el cierre de nuestras certezas: lo que se construyó como fortaleza termina siendo cárcel. Al deconstruir estas certezas nuestro ojo vibrátil puede percibir ya, no sólo un inconsciente sepultado, sino también un inconsciente desplegado y desplegable. Y si reinterrogamos al principito de Saint-Exupery, pueda leerse: “Lo esencial es visible a los ojos … vibrátiles”. Y es esto lo que nos convierte en cartógrafos (Deleuze, Guattari, Rolnik) para desarrollar nuevos territorios sociales. El cartógrafo bosqueja, sobre el fondo de los saberes acuñados, pinceladas nuevas para inventar nuevos saberes sobre el terreno a recorrer, saberes que no están inscriptos en ninguna disciplina y que, para referirse a algo conocido, deben recurrir más a la poesía, a la música y a las artes en general, que a las ciencias actuales. Y estos alimentos desprovistos de racismo, sin selección alguna, permiten al cartógrafo confeccionar lo que llamo un Menú Antropofágico cotidiano, que incluye episodios culturales y sociales que lo han afectado en su humano y que puede compartir con otros náufragos. Como nos sucede consonantemente con Sintes, para contribuir a producir junto a nuestros compañeros de ruta una potencia de hacer de nuestras vidas una obra de arte y de nuestro trabajo en la clínica un goce estético en el arte de curar. Operaciones micropolíticas porque la clínica que propone es portadora de herramientas preciosas en la búsqueda de intercesores (los ángeles) que nos enseñan a los terapeutas a acoger al extraño en los otros y en nosotros mismos, transitando entre dos Estares: el Molar y el Molecular, el malestar que genera el terror a la diferencia y la sorpresa de los devenires, tanto en nosotros como en nuestros asistidos, recuperando la tutela de la propia producción de subjetividad, y de estar disponibles para inventar, en cualquier momento, la producción de utopías posibles, de entusiasmos que nos transforman en psicoargonautas con alas para sobrevolar las medianías y transitar la tragedia del diario vivir, atravesados por el flujo deseante de lo social (como propone Naffah Neto).
Lo social atraviesa transversalmente las prácticas profesionales de la psicología contemporánea, sean estas bicorporales, multicorporales o definidas como individuales, grupales, institucionales y comunitarias. Acudimos, con el autor, a esta concepción como herramienta capaz de interrogar todas las corrientes actuales, no sólo de la Psicología, sino de cualquier disciplina o especialidad, en nuestro caso al Psicodrama. Ir devorando heterogénesis para desovar en Psicología es nuestro camino y en él nos hemos encontrado con Raúl Sintes, desovando mutuamente en una corriente de sudaquismo rioplatense, entre Montevideo y Buenos Aires, para contraofertarnos al apocalipsis.
Bajo la amenaza de una imparable recesión planetaria nos despertamos cada mañana con un simulacro de fusilamiento económico. Y así hasta el anochecer.
Como señala Jacques Attali, nuestra sociedad se rige por las leyes del pánico y no solamente en los momentos de crisis. El pánico económico social (derivado de Pan, terrible dios de los rebaños) es ese movimiento corderil en el que cada uno imita al otro en el enloquecimiento, por miedo a ser marginado, rechazado y así desaparecer física, psíquica y socialmente (perder la cabeza, el cuerpo y la identidad social) está en el centro del desencadenamiento de la crisis actual. (Pánico de las Bolsas asiáticas, Rusia y Brasil, efectos Dominó, Tequila, Tango, etc.)
El pánico es el miedo de quedar afuera y hace que los consumidores se precipiten sobre el objeto de moda, que el trabajador se aferre a un empleo mal pago por miedo a quedar abandonado a su suerte como los desempleados, los marginados extremos. En la vida actual el desafío es aprender a vivir con el pánico y surfear sobre la avalancha. El Dios Pan acoge a los pastores cuando estos son hospitalarios con su propio desasosiego.
Como decía mi amigo Rodrigué, lo peor puede estar cerca de lo mejor y los inconvenientes que nos hacen tartamudear en Psicología pueden abrir las puertas en nuevas direcciones que de no haber trastabillado en el camino no se abrirían. Como lo propone este texto, teatro del campo escénico en Psicodrama, del campo grupal en especial, al permitir desarrollar diversas identidades (a terapeutas y pacientes), legitima la “enajenación productiva”, lo cual desbloquea los inconvenientes de quedar pegados a una sola identidad. El zapping identitario que provee la instantaneidad mediática también provee estímulos para inventar “n” personalidades, en lugar de quedar reducidos a una sola. Oportunidad de ejercer una gimnasia de pegue y despegue. Esto lo estoy experimentando actualmente, buscando la oportunidad de ejercer en el teatro de la vida personal y profesional, la heteronimia de seres posibles en nos: lo que denomino nuestros disposibles y con los que nutro la Multiplicación Dramática desde Fernando Pessoa. Una ventana de apertura a la Psicología y a la Psicopatología de la vida cotidiana devorando literatura para desovar en Psicodrama:
“Me he multiplicado para sentir, / para sentirme, he debido sentirlo todo, / estoy desbordado, no he hecho sin rebosarme, / me he desnudado, me he dado, / y en cada rincón de mi alma hay un altar a un dios diferente”. (Poema de Álvaro de Campos, heterónimo de Fernando Pessoa)
¿Y por qué no, entonces multiplicar abriendo a disposiciones en lugar de reducir cerrando con explicaciones finales?
Multiplicar en “acto” es desplegar una escena inicial a través de todas las escenas resonantes posibles de que es capaz de inventar cada integrante de un grupo de trabajo con esta técnica. Con Pavlovsky hemos sostenido que la Multiplicación Dramática nació como alternativa a la reducción interpretativa.
Una voluntad de poder solidaria para celebrar el acontecimiento por el que nuestras botellas de náufragos puedan chocar. Un brindis oceánico entre náufragos rizomáticos, minoritarios, sedientos de esperanza y hartos ya de tanta amenaza.
Éste es, como dice el autor, un libro-murga. La murga suele designar una banda callejera que toca música ligera y una de sus sugestivas raíces la relaciona con la palabra “musga”, alteración popular de música. Por ello, este libro preñado de paisajes ópticos, cromáticos, corporales, gestuales y sonoros, es un “libro-música”. Un libro de ritornelos que designan en cada capítulo un centro, una andadura y una línea de fuga. Los contenidos configuran un menú antropofágico apto para devorar y ser desovado por los lectores en sus resonancias más impredictibles: conocidas, evocadas y desconocidas, intempestivas. Rasgos que caracterizan a la espontaneidad creativa de quien hace suyo el producto abierto del Dr. Sintes. Éste, ha llamado al casamiento entre el Teatro Espontáneo y la Multiplicación Dramática con el nombre de Teatro de la Multiplicación, dejando abierta la obra para que continúe desarrollándose en la existencia de nuevos territorios. Así se entremezclan manifiestos murgueros con recuerdos personales y profesionales, crónicas de experiencias laborales en torno a las adicciones y la psicopatología de los cuadros contemporáneos. Conectando conceptos de diversos autores con diálogos cibernéticos en confraternidad resonante y artículos de reflexión alrededor de lo etimológico, lo mitológico, lo psicoterapéutico, lo corporal y lo institucional, gratamente instructivos y que se relacionan y/o conectan terminando con un final abierto: un escrito sobre “La Implicación” (que es para nosotros multi(m)plicación) y abre los puntos suspensivos para producciones futuras de este querido artesano del que tanto esperamos seguir aprendiendo.

HERNÁN KESSELMAN
Buenos Aires, julio de 2001

Del libro “Por amor al arte”, Raúl Sintes, 2002

Prólogo al libro “Por amor al arte”
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