Análisis genealógico en clínica corporal

EN BUSCA DE UN EXPERTO QUE ACLARE LAS COSAS.
Clara, cuarenta años, casada, sin hijos, profesora de geografía, se ha transformado en la investigadora de su cuerpo y va observando las vicisitudes de un síntoma que la tomó de sorpresa el primer día de unas muy deseadas vacaciones. Ese día ella se despertó con la visión de una mancha a la que llamó arañita. Veía una arañita negra, de textura porosa, a poca distancia de su ojo izquierdo. Se miró en el espejo y se encontró con su propia mirada. La arañita no se reflejaba en el espejo y la notaba más con la luz. Sólo ella la veía y si quería tocarla, tocaba el aire con sus manos. Pensó: no veo nada. Pero luego se corrigió, pues si algo veía, ese algo era nada. Veo nada, dijo en voz alta y la voz sonó como un eco.
El oftalmólogo le preguntó si había hecho algún esfuerzo. Ella recordó haber levantado algún peso.
El facultativo diagnosticó una “Mosquita Voladora”. Un derrame en la salida del nervio óptico, con pequeños derrames laterales que no llegaban a constituir un desprendimiento de retina. Le aseguró, para tranquilizarla, que si el desprendimiento se producía, con unos toquecitos de laser sería suficiente. El hombre se explayó sobre este tipo de síntoma y dijo que normalmente se producían por estrés, por esfuerzos y que era importante no levantar pesos, no agacharse, no tener actividad física violenta y tomar sol con moderación.

Clara pensó que para el comienzo de sus vacaciones, la propuesta no era demasiado atractiva. Le quedaba la lectura. ¿Se habría olvidado el médico de discurrir sobre el tema de la lectura? Aprovecharía el olvido.
Probó con el diario del día. Las primeras palabras que llegaron a sus ojos, arañita o mosquita mediante, fueron las de una frase de Graham Greene sobre Patricia Highmith: “Ella se refiere a los hombres como una araña escribe sobre las moscas.”

Una mano invisible comenzaba a situar delante de los ojos de Clara algunas señales que despertaban su curiosidad y sus ojos afectados comenzaban a ver signos, que no veían cuando gozaban de buena salud.
Estos son los misterios de los síntomas. Mover el deseo de investigar de las personas y abrir la sensibilidad para disponerla a la aventura.

En los primeros intentos de lectura, los ojos de Clara, comprobaron que la arañita o la mosquita, como quisiera llamarse al bicho, tenía vida propia y se interponía entre su ojo y la hoja de papel.

TRES SUEÑOS EN UNA NOCHE.
Sueño 1
El tío, aquél que estuvo presente en la sala de parto cuando Clara nació y su médico de cabecera en la infancia, estaba en la entrada de una habitación. Clara le comentó sobre el derrame y le pidió que hablara con el oftalmólogo que le aplicaría el laser. El tío la miró con un gesto de impotencia. ¿Qué le pasará que no puede ocuparse de mí como otras veces?, se preguntó Clara.

Sueño 2
Clara estaba en un bote dentro de una pileta de natación y veía otro bote con una mujer y un bebé adentro. Clara dice: ¡qué buena idea dejar que el bebé pase tanto tiempo en el agua! El bebé flota plácido. Alguien mueve el bote que comienza a inundarse y a Clara le da miedo que se hunda. La persona se aleja y el bote retorna a la normalidad.

Sueño 3
Alguien intenta hablar con la mamá de Clara (ya muerta) para que interceda por una mujer que tiene un problema con su hijo que está en una barra pesada.

Clara, cuando se despertó, sintió que estaba volviendo de un viaje. Un viaje por su cuerpo infantil. Evocó una escena familiar ocurrida pocos días antes de salir de vacaciones. Un comentario de su sobrino sobre el abuelo, padre de Clara, la afectó. Ella ahora no recordaba si su emoción fue simultánea al hecho y no pudo expresarla delante del joven o si el hecho tuvo efecto retardado en sus emociones, como le suele ocurrir.

Algunas personas se quejan de no poder conectarse con sus emociones o de no poder expresarlas, en particular cuando éstas se refieren a sentimientos de rabia, de ira, por lo general, sentimientos agresivos. El mundo de las emociones no es tan lineal y tiene infinidad de matices. A Clara le costaba sentir algunas emociones… del modo en que las sentían las demás personas. No existe una sola manera de sentir y expresar lo que se siente. Las emociones, las sensaciones, los estados corporales, se disfrazan, se travisten y muestran facetas que despistan a los expertos. Seguir las huellas de las emociones y de sus modos de expresión requiere la lupa del detective, pero también ojos a media máquina, como los de Clara.

CLINICA CORPORAL I
El trabajador corporal, el terapeuta corporal, deberá preguntarse qué es mejorar, aliviar, curar, a un paciente o a un alumno (nombre que depende de la metodología que se utilice) de un padecimiento.
Acompañar a alguien en un síntoma es ayudarlo a mantener abierto el síntoma a las múltiples significaciones que éste hace emerger. A veces los profesionales, víctimas de algunas urgencias, podemos caer en interpretaciones facilistas y mecánicas, que explican al síntoma (hablan del síntoma y no dejan que el síntoma hable) y no permiten su despliegue. Explicaciones tanto médicas, corporales, como psicológicas, que tal vez tranquilicen a la dupla en cuestión (profesional/ padeciente), que servirían de buenas estrategias para comenzar una búsqueda más profunda, pero que cierran la comprensión del fenómeno a una única causa. Ocurre también, que cuando el síntoma concreto desaparece, en este caso la arañita o la mosquita, la curiosidad por bucear en las conductas se distrae y requerirá de un nuevo síntoma para que lo que había comenzado a hablar a través del cuerpo, continúe la conversación.
Mientras el síntoma no se haga sintónico, convocará a ese “extraño en uno” que va diciendo lo que la tendencia a la familiarización y a la homogenización, calla.
Mantener abierto el síntoma es como mantener abierta la significación de un sueño. Favorece la disposición a la resonancia, a la sincronía, a la lectura, a las evocaciones, a las ensoñaciones, a estados sensibles, a la interrogación.
La personalidad distraída de Clara, a través de su arañita tendrá la oportunidad de orientar la atención hacia algunos asuntos, en especial hacia la investigación de cómo ella pudo llegar al estrés sin notarlo con anterioridad al síntoma.

UN VIAJE POR EL NÚCLEO CONFUSIONAL.
“Toda persona dispondría de tres núcleos básicos en la estructura de la personalidad: el confusional, el esquizofrénico y el melancólico. El confusional, madre de todos los demás estadios, el primero evolutivamente, el más regresivo clínicamente, con una ansiedad catastrófica y sin poder discriminar los objetos protectores de los persecutorios, los buenos de los malos.
…Comenzamos por el área 1, área de las ideas y representaciones mentales. Las defensas en este área, contra la ansiedad del núcleo confusional produce un tipo de cuadro clásico caracterizado por una ligera capa de confusión que obnubila discretamente la lucidez de sectores parciales del sujeto, es la típica ‘personalidad distraída’, que no se dio cuenta, olvidadiza. La falta de atención disminuye la percepción, se fijan mal los sucesos y entonces se recuerdan peor, con tendencia a amnesias parciales frecuentes y repetitivas. Son distraídos que no mantienen el alerta indispensable para cuidarse a sí mismos y se vuelven en la convivencia por ello, simpáticos y pesados al mismo tiempo. …Cuando se presenta en un adolescente, configura un estadio absolutamente ‘normal’.
…En el área 2 o área de la comprensión y expresión corporal de la conducta. …Las defensas que se provocan en el área 2 contra las ansiedades del núcleo básico confusional son difícilmente sistematizables. …Son las somatizaciones confusionales. Bastaría observar al microscopio la estructura de estos procesos para reconocer en su anarquía, en su mezcla de elementos ‘buenos y malos’ para el organismo una verdadera representación, un sospechoso símil a nivel biológico del caos que el comportamiento general y la mente presentan en el estado confusional típico.
…Vamos finalmente a ocuparnos de las defensas que organiza la personalidad cuando se expresa y se comprende en el área 3, área de las relaciones interpersonales. Es donde se expresan predominantemente las psicopatías. Las defensas de la personalidad en el área 3 contra las ansiedades que provoca el núcleo confusional adoptan la forma clínica de la psicopatía ambigua o confusional. El cuadro se caracteriza por una lucidez de razonamiento y de conciencia de la persona actuadora. Y se descubre generalmente porque la confusión mental de lo absurdo de su conducta la carga justamente el que observa o es objeto pasivo de la actuación.”

CLINICA CORPORAL II
A Clara el oftalmólogo le recomienda no hacer esfuerzos. Y ella, como toda personalidad distraída y confusa, desconfía de su capacidad de darse cuenta de cuál es el esfuerzo adecuado con el que se supone debería realizar las acciones. Normalmente nota los esfuerzos a posteriori de los hechos, cuando alguna fisura se le ha producido en el cuerpo.
Del mismo modo, tampoco confía en el registro de sus estados de cansancio.

Aquí vale la pena una digresión, inspirada en un comentario previo sobre el travestirse de algunas sensaciones y emociones.
Si bien Clara no registra el cansancio con nitidez, lo ha llegado a reconocer en uno de sus disfraces. Una irritación, sin causa aparente y una torpeza, que desaparece cuando descansa o cuando puede introducir algunas pausas en su trabajo. Ha aprendido (aunque a veces lo olvida con altos costos ¿por qué los humanos olvidamos cosas que no nos convendría olvidar? se pregunta.) que cuando comienza a estar torpe y se le caen los objetos de la mano o cuando por cualquier motivo siente una irritación exagerada respecto de un estímulo cualquiera, necesita una pausa, un corte en lo que viene haciendo.

¿Menos esfuerzos? ¿Podrá continuar con sus actividades habituales? ¿Deberá cambiar su modo de hacerlas?
Con el síntoma, un signo de interrogación se añadió a las actividades habituales de Clara. Hasta el momento, ella caminaba sistemáticamente, hacía deportes y trabajos corporales y el movimiento le producía gran placer, le hacía sentir saludable. En este punto ella se formula algunas preguntas. ¿Por qué cuando deja de caminar o de realizar sus ejercicios, se siente como cuando un adicto al cigarrillo deja de fumar, o un adicto a la comida deja de comer, o un adicto al trabajo, deja de trabajar? Por supuesto no es lo mismo caminar que fumar. Nadie discute sobre lo sano de la caminata. Pero, parece que Clara apunta a otro asunto: la cuestión de la adicción. El “mono” que le queda cuando debe interrumpir alguno de sus hábitos, por más sanos que éstos sean, le resulta, al menos, sospechoso.
Ante el síntoma y con las recomendaciones del médico, Clara se siente insegura. Duda de su capacidad para encontrar una medida justa y teme moverse y hacer esfuerzos.
¿Cuál va siendo el síntoma de Clara? ¿La arañita, la confusión, el miedo, el “mono” que va sintiendo con la pérdida del hábito? Un buen caldo se está cocinando.

Para una persona inquieta como Clara y por lo general para cualquier persona, hacer reposo, practicar la quietud, constituyen buenos recursos para la producción de estados que facilitan el contacto con sensaciones, emociones y pensamientos, que habitualmente el exceso de movimiento ocultan. La inmovilidad es una vía regia para la apertura de la sensibilidad superficial y profunda, sin embargo, la recomendación de quietud suele constituir un contrasentido para esos cuerpos impacientes, que viven el no moverse como enfermarse o como un envejecer repentino.
La quietud (siempre relativa) de los músculos hace del cuerpo un viajero que vagabundea por infinitos tiempos y espacios. Un viajero sin destino predeterminado, que mientras vaga hilvana flujos sin cauce. Y el relato en la clínica viaja por esos flujos.

7. RETINA-PERCEPCION-ILUSION.
Algunos datos que trae un diario en esa semana: “La retina tiene 120 millones de células sensibles llamadas bastones que señalan la luz y la oscuridad y 7 millones llamadas conos sensibles a los colores. Estas células convierten la intensidad y la frecuencia de la luz en breves pulsos de electricidad que trasmiten, al cerebro a través de un conjunto de un millón de fibras de los nervios ópticos. ¿Qué son las percepciones? Son algo mucho más rico que este conjunto de datos de los sentidos, Constituyen descripciones internas del mundo exterior y de nosotros mismos. Van más allá de la información disponible, anticipamos lo que va a suceder antes de que suceda, por lo tanto las percepciones son hipótesis predictivas sobre la realidad.
Las percepciones pueden equivocarse y conducirnos a la experiencia de la ilusión. Para la percepción que nace de las sensaciones, nuestras vidas dependen de nuestra capacidad de adivinar o de apostar a cuáles son las imágenes del exterior. El conocimiento y la experiencia sensorial son percepciones diferentes, que de alguna manera tenemos que conciliar y armonizar. ¿Cómo las cosas parecen ser en relación con lo que creemos que son? Este conflicto entre apariencia y realidad hace que el estudio de las ilusiones de la visión y de los otros sentidos sea significativo para la ciencia. El origen de muchos de estos fenómenos ilusorios no es simplemente fisiológico. Es mucho más probable que se deban a malas lecturas de los datos de que disponemos. Hay cuatro tipos de ilusiones ópticas: ambigüedades (cambios perceptivos espontáneos, resultado de la búsqueda de la mejor opción, cuando hay dos o más opciones), distorsiones (errores de las señales fisiológicas, la mayoría se debe a lecturas deficientes del tamaño y la distancia), paradojas (imágenes de objetos que parecen imposibles) y ficciones (bordes y superficies que no existen pero que se ven claramente, inducen a la suposición de la presencia de un objeto o una superficie; a pesar de que vemos la superficie fantasma, ésta no está ahí. ”

CLINICA CORPORAL III. NADA LO DEL OJO
El mismo síntoma no es vivido del mismo modo por los portadores. El síntoma de Clara, al menos en el modo como ella lo vive, habla de esfuerzos, de sensaciones de cansancio que no registró o que registró de modo distorsionado.

A Clara le ocurre lo mismo que a muchas personas que hacen de la actividad física una meta, un logro, una prueba de excelencia. Este tipo de personas, aunque se les presenten síntomas inequívocos por los que debieran suspender la actividad física por un breve o no tan breve lapso de tiempo, no los escuchan y siempre encuentran argumentos para proseguirlos con obstinación, llegando a forzar sus cuerpos y a exigirlos más allá de lo que pueden. Clara no concebía que mientras hiciera algo por su bienestar, pudiera estar dañándose.

Varias asociaciones le surgen a Clara durante su cuarentena. “Con la sangre en el ojo”. Se quedó con la sangre en el ojo con la irritación que le produjo la conversación con su sobrino. La araña que ve no sólo es un bicho, también había una araña de la casa de su madre. Araña se llamaba un artefacto lleno de caireles y luces de la casa de la madre que solía encandilarla. No poder dejar de caminar, le evoca otras cosas que tampoco puede dejar de hacer.

Si Clara conociera sus ilusiones perceptivas, sus distorsiones de la percepción, su ambigüedad para percibir los límites entre lo saludable, y lo que enferma, podría considerarlo para ejercitarse en pequeños trucos. Como el parkinsoniano del relato de Oliver Sack, que se había inventado una plomada para corregir una postura que no notaba desde sus receptores perceptivos.

EL LENGUAJE ES UN ALFABETO DE SIGNOS.
“Empiezo aquí mi desesperación de escritor. Todo lenguaje es un alfabeto de símbolos cuyo ejercicio presupone un pasado que los interlocutores comparten ¿Cómo transmitir a los otros el infinito Aleph que mi temerosa memoria apenas abarca? Los místicos en análogo trance prodigan los emblemas: para significar la divinidad un persa habla de un pájaro que de algún modo son todos los pájaros. Por lo demás el problema central es irresoluble: la enumeración siquiera parcial de un conjunto infinito. En ese instante gigantesco he visto millones de actos deleitables o atroces, ninguno me asombró como el hecho de que todos ocuparan el mismo punto, sin superposición y sin transparencia. Lo que vieron mis ojos fue simultáneo, lo que transcribiré sucesivo, porque el lenguaje lo es.
…Cada cosa eran infinitas cosas… vi todos los espejos del planeta y ninguno me reflejó… lloré porque mis ojos habían visto ese objeto secreto y conjetural…
¿Existe ese Aleph en lo íntimo de una piedra? ¿Lo he visto cuando vi todas las cosas y lo he olvidado? Nuestra mente es porosa para el olvido…”

¿Habría alguna relación entre el ver nada y el ver todo?, se preguntó Clara.
Quizás sus ojos todavía necesitaran de la arañita porosa un tiempo más

Análisis genealógico en clínica corporal
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