Diálogos socráticos de Tato Pavlovsky y Hernán Kesselman con Emilio Rodrigué

A MANERA DE PRÓLOGO

Al terminar de compaginar este segundo tomo de CLINICA GRUPAL pensamos que tendríamos que prologarlo con alguien importante -siguiendo nuestra perseverante manía de prolongarnos nuestros mutuos libros.
La primera idea fue la de viajar a París y pedirle a Lacan que lo prologara, pero el secretario nos dijo por teléfono que recién nos podía recibir en 1981, porque tenía todos los fines de semana ocupados hasta esa fecha por entrevistas concedidas a psicoanalistas argentinos que querían visitarlo. Además comprobamos horrorizados que los seis minutos con Lacan costaban al cambio del día 100 dólares, incluida una foto que Lacan les regalaba a todo aquel que fuera latinoamericano.

La verdad es que quedamos muy frustrados porque una foto con Lacan nos hubiera venido bien para subir nuestras acciones -bastante alicaídas en estos momentos en el campo internacional de la Psicología.

Pero nos consolamos mutuamente debido a dos factores que hubieran desarticulado el motivo de nuestra entrevista:
1.Lacan no cree en la psicoterapia de grupo siendo que es un disparate científico aunque económicamente rentable, a pesar de que Lemoine insiste en lo contrario.
2. Problemas lingüísticos con el francés -porque uno de nosotros es disléxico desde los dos meses de edad a raíz de un grito de su mamá que lo agarró justo en plena etapa esquizopranoide-, circunstancia que hubiera retrasado el diálogo de los seis minutos a causa de traducción simultánea al castellano.

En cuanto a los honorarios, hasta nos parecía mejor pagárselos a Garma o a Abadi en Buenos Aires, que son mucho menos sofisticados.

Nos sentamos un tanto abatidos a tomar algo en el café Gijón, de Madrid, y de repente se nos hizo la luz:
¡Al Chino! Tenemos que ir a verlo al Chino para que Él nos prologue el libro. ¡Saquemos los pasajes para Bahía y vamos ya mismo! ¡Puede ser un prólogo sensacional de paso nos ilumina con respecto a nuestras principales preocupaciones sobre cómo seguir adelante con la Psicología!

Recordamos a los lectores que EL CHINO es el nombre con que bautizamos a Emilio Rodrigué en la época de La Casona del Barrio de Belgrano, en Buenos Aires . En 24 horas y después de varias etapas: Lisboa-Montevideo-Buenos Aires-Río de Janeiro-Porto Alegre y Pelotas, llegamos por fin a San Salvador de Bahía, el actual imperio de Rodrigué, no sin antes habernos tomado en el avión varias veces la tensión arterial porque como no nos analizamos más, tenemos la costumbre de picos hipertensivos de índole psicosomática.
Al llegar al aeropuerto nos dimos cuenta que en el apur6n nos habíamos olvidado la dirección de Rodrigué, cosa que no nos preocupó demasiado porque sabíamos que en Bahía toda la población lo apoda cariñosamente El Brujo Blanco.

“El Brujo pasará corriendo por la calle Ipanema a las 11 y 15. Se detiene a esa hora dos minutos en el Bar Cruzeiro a tomar un Gin-Tonic y después sigue corriendo hasta su casa donde lo espera Martinha” -nos comentó un morocho simpatiquísimo.

¿Quién es Martinha?, nos preguntamos asustados, temiendo que Emilio hubiese consumado su noveno casamiento consecutivo y escrito tres Anti-Yoyos más.
Pensamos para calmarnos:
Martha Berlín; debe ser el apodo que le dan a Marta los salvadoreños”.

Como eran las once de la mañana, nos sentamos en la vereda del Bar Cruzeiro a darle a Emilio la gran sorpresa y, ante nuestro estupor, a las 11 y 15 pasó corriendo a gran velocidad provisto de un short muy apretado, color anaranjado, que tenía inscrito en sus nalgas la palabra “Amsterdam” y un buzo azul que decía “Maradona presente”, sin siquiera reconocernos, pese a nuestros gritos desesperados cuando comprobamos que no se detenía en el Bar para ingerir su habitual Gin-Tonic.
Intentamos alcanzarlo corriendo, pero a los 80 metros caímos de bruces ante el insostenible ritmo que llevaba Emilio. Lo perdimos de vista.
Sin embargo, no fue difícil para nosotros localizar su casa, porque La Casa del Brujo es una especie de Museo para todos los lugareños, en el Barrio “Nueva Thailandia”, así llamado desde que nuestros amigos viven allí.

Cuando llegamos estaba Martha con toallas calientes esperando la llegada de Emilio, que, según nos relató, ocurría matemáticamente a las 12 y 21, desde hace exactamente 5 años.

Mucha fue la sorpresa de Martha al vernos llegar y en pocos minutos nos pusimos al corriente de nuestras vidas.
A las 12 y 21 llegó Emilio en el exacto momento en que Martha le abría la puerta sincronizadamente.
Emilio nos recibió con una profunda sonrisa. Pero seguía trotando, lo que impedía nuestro natural abrazo, debido a la dificultad que supone intentar abrazar a un hombre que trota, por el peligro de los rodillazos, claro.
Nos asombró que la única respuesta de Emilio frente a nuestra presencia fuese una enorme sonrisa emocionada.

“Los chicos han venido desde Madrid para que les prologues su último libro de grupos”, dijo Martha mientras lo envolvía con toallas calientes.
De improviso Emilio reanudó su carrera y penetró por una larga galería dejándonos totalmente absortos y perplejos.

Martha nos dijo: “Nunca para de correr de golpe. Siempre sigue trotando un rato más. Para él es más importante saber enfriarse que saber calentarse, ¿saben? Ahora se quedará en el patio. Pasen allí”.
Nos llevamos dos sillas al patio, mientras Emilio seguía dando vueltas y sonriéndonos cariñosamente.
Martha agregó “Se ha convertido en el Hombre Sabio de Bahía. Ahora vienen a consultarlo desde todas las partes del mundo”.

Como especialistas en estos “encuadres móviles”, comenzamos el dificilísimo diálogo que intentaremos reproducir tal cual ocurrió:

HERNAN: Querido CHINO, vos no sabés lo contentos que estamos de verte con Tato. En realidad vinimos para consultarte y hacerte algunas preguntas, como siempre, para que vos nos des alguna orientación…
TATO: Y al mismo tiempo toda la conversación podría servirnos de prólogo para nuestro libro…
HERNAN: Para seguir con la vieja costumbre nuestra, como. . .
EMILIO: (En ese momento desaparece corriendo por una puerta trasera)…
TATO: (Rabioso, levantándose bruscamente de la silla) : ¡ yo me voy!…
(Hernán y Martha lo atajan) No puede ser. Si ya me hizo lo mismo el año pasado en Río de Janeiro. Hacía dos años que no nos veíamos. Me invitó a conversar con él y resulta que el paseo era subir corriendo al Cristo Redentor y no pudimos hablar una sola palabra.
MARTHA: (Con calma oriental) No te preocupes, ya vuelve, da siempre una vuelta alrededor de la casa para regularizar las pulsaciones.
(Emilio vuelve y se sienta frente a Tato y Hernán en una silla extrañísima, donde su cabeza queda a menos altura que sus pies, mientras Martha le alcanza su Gin Tonic y el último número de la revista deportiva “El Gráfico”).
MARTHA: La silla es oriental. Se la recomendó Laing cuando vino a consultarlo el año pasado. Laing la usa para meditar, pero Emilio apenas se sienta se queda profundamente dormido.
(Emilio continúa mirando a Tato y Hernán sonriéndoles).
HERNAN (Con fuerza y emoción): Querido Chino, vamos a hacerte algunas pocas preguntas concretas, para empezar, que a Tato y a mí nos preocupan bastante. En esta época de nuestra larga carrera de psicólogos clínicos…
TATO: … el momento es importante y pensamos…
HERNAN: … que sos la persona indicada para…
TATO:… responderemos algunas inquietudes…

(En ese momento observamos con bastante molestia que mientras hablábamos Emilio intentaba disimuladamente hojear “El Gráfico”, cosa que fue percibida rápidamente por Martha, quien, visiblemente mortificada le sacó la revista de sus manos).

HERNAN: Vos has sido un verdadero pionero en 1a Psicoterapia de Grupo. Autor del primer libro hispanoamericano del tema junto con Mimí Langer y Grinberg.. (Cuando Hernán pronuncia este último apellido, Emilio carraspea y Hernán titubea).
HERNAN: Has sido además miembro fundador de Plataforma con nosotros y Presidente de la Ex -A. P. A..
TATO: ¡No! Ex – presidente de la A.P.A., que conceptualmente es diferente.
HERNAN (molesto): Es lo mismo… y además ha participado de la experiencia de la Casona.
TATO: Científico respetado en Estados Unidos analizado de Paula Heiman en Londres y escritor de varias novelas… y de todo tipo de experiencias.
HERNAN: Además de haber participado en Esalen en toda clase de Laboratorios y en Holanda…
MARTHA (saliendo de la habitación) Mejor no hablar de Holanda.
HERNAN: Hemos preferido venir aquí…
TATO: Para que vos nos des …
HERNAN: Algún tipo de…
TATO (enfurecido) : ¡Huy, mirá! ¡Se durmió! ¡Esto no lo soporto! ¡Se durmió!
HERNAN: No se durmió ¡No te olvides que tiene ojos achinados y parece que los cerrara!
MARTHA: ¡Está pensando! ¡Está concentrado!..
HERNAN: Vamos al grano de una vez. 1ª pregunta: ¿Vos crees que el psicoanálisis es terminable o interminable? 2ª pregunta: el psicoanálisis, ¿cura?

(Al terminar Hernán de formular esta segunda pregunta, Emilio tiene un fuerte acceso convulsivo de tos que culmina en una estrepitosa carcajada que dura aproximadamente cinco minutos y que termina debido a que cae al suelo bruscamente, mientras Martha, que aparece otra vez en escena, lo vuelve a colocar en su trono.)

HERNAN: ¡Ahora me doy cuenta! Se ha convertido en hombre SABIO. No habla. ¡Contesta solamente con movimientos corporales!
MARTHA: No habla porque no necesita hablar. Sólo responde con gestos o sonidos. Hace dos años que decidió “jubilarse” del lenguaje verbal. Pero es un acto voluntario, porque en el baño canta todas las mañanas y conmigo habla cuando hacemos el amor.
TATO (emocionado): Tu sabiduría no es nueva, Hermano Emilio, pero esta clase de sabiduría oriental me emociona… siempre tenés la facultad de sorprendernos.
MARTHA: ¡Es el autor del Contexto del Descubrimiento! El otro día vino Leclaire y se puso a llorar en sus brazos. Leclaire me dijo que tenía toda la cadena de significantes en el hombro, la cadera y los ojos. A Pontalis lo hizo correr cinco kilómetros por la playa y casi más lo mata. Con Anzieu en cambio se llevan muy bien. Le enseñó a jugar al yo-yo y al anti-yo-yo y, entre los tres, le enseñaron a jugar al yo-yo a Lacan cuando volvieron a París.
A todo esto, ya habíamos perdido el ritmo de la entrevista. Emocionados de estar frente al Hombre Sabio, nuestro querido Emilio, que además conocíamos en “calzoncillos”. Era como haber estudiado en el colegio primario con Jimmy Carter y después encontrarlo de golpe en la Casa Blanca tomando café con leche con medialunas en una reunión de ministros.
HERNAN (retornando el hilo): Vos sabés Emilio que Tato y yo ya no somos los chicos rebeldes de antes, ahora hemos sentado cabeza. ..
TATO:… estamos dispuestos a revisar todas nuestras actitudes, nuestros viejos errores.
HERNAN: Muchas actuaciones que con el correr del tiempo consideramos producto de una época de adolescencia… de la inmadurez…
TATO: … que ahora vistas a la distancia… y a nuestra edad … yo creo, en fin… (Pausa). Hernán te quiere hacer una pregunta que nos carcome a los dos.
HERNAN: Es ésta: ¿Vos crees que debemos pedir el reingreso a la Asociación Psicoanalítica?
(Pausa larga…)
TATO: ¿Y empezar todo de vuelta?
EMILIO (hace un gesto con la nariz tipo conejo) ¿ Mmmh?
MARTHA: Emilio pregunta: ¿a cuál de las dos?
HERNAN: Nos referimos concretamente a la A.P.A., nuestra madre A.P.A.
TATO: Yo soy amigo del Moro Abadi y estoy seguro que él nos aceptaría…
(Pausa larga)

(…Emilio hace un gesto con la boca, una especie de chasquido).

HERNAN: ¡Dijo que sí!
TATO: ¡Dijo que no!
MARTHA: No dijo nada. Era una mosca que espantó con los labios. No todos los gestos que hace son simbólicos. A veces espanta moscas y otros bichos.
HERNAN: Antes de contestarnos, te queremos decir que estaríamos dispuestos a pagar los 300 mil dólares de cuotas atrasadas…
TATO: … y también aprovechar para pagar las cuotas de la Asociación de Grupo que son 22.576 dólares con 50 céntimos de dólar.
HERNAN: Como te decíamos Emilio, estamos revisando nuestros errores anteriores y si es necesario reiniciar la carrera como canditatos no…
TATO: … tendríamos inconveniente si de ello dependiera que nos volviesen a aceptar como personas dignas… de respeto… de bien.
HERNAN: ¡Volver a ser psicoanalistas legales!
TATO: ¡Y de la Internacional!
HERNAN: Al fin y al cabo estamos en la flor de la edad y …
(Emilio comienza un movimiento pendular con la cabeza, seguidos de unos golpes rítmicos en el suelo con, sus famosas zapatillas ADIDAS).
MARTHA: Dice que no los van a aceptar aunque ustedes quieran… porque no los necesitan… ni a ustedes ni a él … ni a ninguno de los renunciantes… que no pierdan tiempo en llenar la solicitud de reingreso… -ni en gastar en estampillas fiscales..
HERNAN y TATO (que pese a su cuadro depresivo general no han perdido su narcisismo habitual, se levantaron de la silla gritando al unísono) : ¡Cómo que no necesitan! ¡Cómo es posible que se hayan olvidado de nosotros!
EMILIO (frunce nuevamente la nariz dos veces consecutivas) : Mmmh…
MARTHA: Por el contrario. Dice que no los olvidaron… que se acuerdan demasiado bien de todos nosotros… pero que no seamos ingenuos…
Emilio hace un círculo con la ADIDA (la derecha) en el piso… mientras unía las manos apoyando las yemas de sus dedos entre sí, a la altura de la cara, subiendo y bajando los meñiques en un gesto bastante femenino…)
MARTHA: No entiendo bien. Es un movimiento demasiado teórico. . . (Pausa Reflexiva). ¡Sí! creo que dice. . ahora entiendo… es como un mensaje: dice cielo cumplido o cielo concluido.
HERNAN y TATO (abrazándose aterrorizados) : ¿Se referirá a nuestra propia muerte? (Pero Emilio nos miraba con una expresión de tanta paz y amor que al cabo de pocos minutos dejamos de temblar y nos volvimos sentar en nuestras sillas cómodamente, para reiniciar el diálogo).
TATO: ¿Y la fase del Espejo… qué opinás de la famosa fase del Espejo?
HERNAN: ¡No es una pregunta pertinente! ¡Estamos hablando de cosas importantes, de la existencia! (Emilio en esos momentos se levanta atléticamente de su extraña silla y se dirige hacia un enorme y viejo armario que yacía en una de las paredes laterales del patio; abre una de sus puertas y queda mirándose en inmenso espejo que le devuelve la imagen un tanto distorsionada de su cuerpo).
HERNAN y TATO (emocionados): ¿Nos estará por introducir en algún nuevo misterio teórico?
(Emilio comienza a bailar frenéticamente sin dejar de mirarse en el espejo en ningún instante… Dubi Dubi Du).
HERNAN: ¿Qué dice ahora?
MARTHA: Que los espejos tienen que ser suficientemente amplios para que ambos cuerpos sean visibles en todas las posiciones posibles.
HERNAN: Otra pregunta: Lo artístico, Emilio, es para nosotros la nueva apertura de la Psicología … Tato estamos investigando, en esa línea… pensamos que lo científico de la Psicología puede avanzar desde su plano artístico. Es decir que…
(Emilio no interrumpe su frenesí, sino que por el contrario lo aumenta).
HERNAN (acercándose y casi a los gritos) : La última pregunta, Emilio: ¿Tenemos que volver a analizarnos? A veces estamos demasiado deprimidos .
TATO: Vaya si lo estamos: ya los psicofármacos no nos hacen efecto. . .
HERNAN: … y pensamos, tal vez, si un buen análisis…
TATO: ¡De esos bien profundos … pero bien profundos!
HERNAN: Para tocar a fondo. Bien a fondo y de una vez por todas.
TATO: Para desenmascarnos de una buena vez.
HERNAN: Remover nuestros núcleos psicóticos de base…
TATO: Que son muy gordos…
HERNAN: Estamos como arrepentidos…
TATO: De haber nacido. . .
HERNAN: Estamos desesperanzados de la Psicología. Como sin rumbo. ¿Sabés, Emilio? Sin fe.
HERNAN: Si vos nos pudieses dar algún tipo de respuesta. Tal vez alguna frase orientadora…
TATO: ¡O algún gesto que nos hiciera volver a creer! …
HERNAN: Como hermano sabio, vos nos podés decir si la desesperanza en que estamos sumergidos…
TATO: Eso nos angustia terriblemente.
TATO: Hasta los huesos.
(Al escuchar la palabra huesos, Emilio realizó tres .flexiones consecutivas y de improviso detuvo su movimiento. Quedó de pie frente a nosotros y abrió sus brazos… que nos parecieron más amplios que nunca, y quedamos abrazados, llorando los tres juntos, por un largo rato.)
MARTHA (lloriqueando): Emilio dice que los quiere muchísimo… que se siente muy cerca de ustedes… y que lo mejor de ustedes es esa desesperanza actual … porque sólo desde allí nacen las esperanzas verdaderas y que cada cual siga su camino hasta volvernos a encontrar.
(Emilio golpea con su Adidas desde el piso, dibujando una especie de espir al con la punta del pie en el suelo, mientras nos guiña un ojo, hace girar sus índices como quien juega al Don Pirulero.)
MARTHA: Dice ahora que las vueltas de la vida … o que todo vuelve a… no le entiendo bien…¡Ah!, sí: dice que no se preocupen demasiado, ¡que la vida da muchas vueltas!
(Emilio realizó un salto acrobático en el aire tipo Superman, y desapareció corriendo a toda velocidad por una de las puertas laterales).
MARTHA: Son las 13 horas. A esta hora va a la playa a meditar para prepararse para su lección de griego.

EPILOGO

-¿ALÓ? ¿Jacques? -pregunté contrafóbicamente. Sorprendido. Hablo, me dije.
-Esta es la residencia del doctor Lacan contesta la voz metalizada más que metálica-. Identifíquese. Pero espere el ping. Usted puede hablar hasta que escuche nuevamente el ping concluyó sugiriendo velada pero metálicamente que ese ping venía envenenado con la arbitrariedad de la palabra plena cuestionada.
PING.
-Bueh… Me llaman El Chino, me llaman El Mudo, señorita secretaria mecánica. Si usted no se incomoda me gustaría que escuchara el cassette que me enviaron dos ambivalentes amigos disfrazados de discípulos contrariados. Se trata de un prólogo socrático -aclaro- que viene con su medida de cicuta…
PING (de corte).
El pánico por la palabra cortada se superó al pensar que podía llamar nuevamente.
-Aló ¿podría hablar con el aparatito del profesor Lacan?
PING (de apertura).
-Vayamos al grano. Si hubiese escuchado el prólogo usted comprendería que a veces Lacan me coloca en el banco de los suplentes. Alguna vez fue Sábato… (Ataque de tos). Espere, no ping -dije con urgencia agramatical-. Resulta que su amo me dio una idea con esa carta, la carta después de Reyes, carta robada a Melchor, gran sátrapa oriental.
Pero antes sepa que es problema ser sabio. La fuerza del sabio está en la sabiduría; la debilidad también. Es insoportable serlo. Suicida creerlo o por lo menos fomentarlo. El prólogo lo pone en claro.
¿Cómo hablarle al intérprete del embajador chino sin que él interprete que le hablan al embajador? Ése es el gran ambage que formula Franz Moreno. Ese es el problema que Tato y Hernán me plantean. ¿Quieren hablar con su eminencia o con el compañero interpretador, articulado cómplice del espíritu de este libro, compañero en la psicodiáspora? Prefiero el rol de hermano, par entre pares. Soy un sabiojunior, señorita máquina. Estoy en el seleccionado juvenil de sabios. Desde ahí les digo: “Van bien, muchachos. Van llegando”.
PING.

EMILIO RODRIGUÉ. Bahía, Brasil, 1980.

Diálogos socráticos de Tato Pavlovsky y Hernán Kesselman con Emilio Rodrigué
Deslizar arriba