La SEPTG en mí, en fotos y escenas

Todavía no sé si aquella SEPTG existió o si yo la inventé para tener un buen lugar, confiable y en el cual se podía casi todo sin miedo. Esa SEPTG está entre todas las cosas que no sé y que son las más seguras que tengo.

VALLADOLID
Allí, en la primavera del 78, ¿dos años ya?, ¿Valladolid? ¿Buenos Aires?, me pregunto mientras creo ver ¿o es un sueño? a Carlos Sluzky, psicoargentino, terapeuta de familia invitado y director del MRI -Mental Research Institute- Palo Alto.

(En la foto se lo ve a Carli muy joven, junto a Hernán y a Goldenberg, en el Coloquio Internacional de Estados Depresivos -Geigy, 1960-. Hernán es Secretario general, Carli, integrante del equipo coordinador y la que suscribe -que no figura en la foto-, una noviecita emocionada en su primera participación, como consorte, en un evento psiquiátrico.)

Lo escucho oficiar de traductor de lujo de Phoebe Prosky, terapeuta del Ackerman Institute, que yace tumbada por las multitudes familiares de una “protagonista a la española” (¿Angeles? y sus demonios), mientras intenta mostrar el método de la “escultura familiar” (scuplting, devenir del psicodrama). La escena se representa en un escenario y la protagonista tira del hilo de una extensa familia a la que se agregan pacientes, amigos y amigos de los amigos. Phoebe, intenta ordenar, interrogar e interpretar lo observado, pero sucumbe ante la evidencia: seguramente la primera y última “mega” escultura de la que sus ojos, nuestros ojos, darán testimonio.

(Hay una foto, tomada por Hernán en el Instituto de Bioenergética de Nueva York, en abril de 1979, en la que se ve a Phoebe Prosky, Alexander Lowen, Ruth Mckenzie -director y secretaria del Instituto de Bioenergética- y yo -aprendiz de este arte-. Secuela del Symposium, a partir del cual se produce un hermanado encuentro con Phoebe. Ese día, después de practicar ejercicios bioenergéticos en el Instituto, Hernán, Hanne y yo corremos, por las calles “newyorkinas”, durante una huelga de transporte total, hacia el Carnagie Hall para presenciar un concierto. Juan y Hanne comparten generosamente con nosotros “su” ciudad y sus amigos y hasta nos llevan a escuchar el saxo de Woody Allen para calmar nuestro cholulismo. Es el primer viaje que los Kesselman realizamos a la city y nos sentimos casi como en casa.)

¿Es Valladolid o Buenos Aires? me pregunto cuando oigo sonar los acordes de “Las escenas Temidas del Coordinador de Grupos”, en las voces ahora lejanas, aunque también cercanas aún, de otros psicoargentinos desraizados: Tato Pavlovsky (que olfatea el nuevo territorio, recién llegado de la Argentina) y Hernán Kesselman (que va fundando territorio, ¿sólo dos años?), ambos sumergidos en sus propias escenas de encuentro y de captura. Y… hasta me veo sentada en el suelo del gran salón, formando parte de uno de los muchos grupos en los que se recogen Inventarios de Escenas de la Captura Profesional de los Coordinadores de Grupo (Hernán dice algo de la diferencia entre escena conflictiva y escena de captura). Siento la tensión todavía en mi cuerpo de sentimientos encontrados (ya que tengo experiencia en el tema pienso que tengo que ayudar al grupo exponiendo mis propias escenas, y, al mismo tiempo, necesito jugar “sin temores con mis temores”, como dicen los coordinadores y olvidarme de lo que “tengo que”). Me observo de a ratos y me río, siempre sorprendida de que la vida siga viviendo en mí, en nosotros.

(Clickeo una foto entre 1978 y 1979 -no puedo precisarlo- en la que Tato y Hernán están sentados en un sillón del salón de nuestra casa de Madrid. Detrás se ven las barras de mis primeras clases de trabajo corporal, en los inicios, más ligadas a la gimnasia que a las terapias corporales. Tato está apenas llegado y dispuesto a reemprender una historia postergada con Hernán, con el que compartirá el paisaje del consultorio y del trabajo en común. Organizo en el CEPS – Centro de Psicología que comparto con Graciela Paoletti, Guillermo Kozameh, Jorgelina Rodríguez O´Connor, y otros terapeutas más -, un grupo de Introducción al Psicodrama. Me da alegría participar en la entrada de Tato en España)

SANTANDER
No recuerdo cómo de consorte y acompañante de Hernán en los primeros tramos, aparecí respirando y vociferando entusiasta en el taller de Bioenergética coordinado por Luis Pelayo en Santander, experiencia embrión de entusiasmos esperanzados en lo corporal. ¿1979? ¿Ya tres años de nuestra llegada a España? ¿Tres años que fuimos vomitados por el dragón argentino? Santander nos ofrece un tiempo para vivir lo diverso y lo extraño en compañía. Lo corporal aparece en este “Encuentro” como un camino posible, de cruce, de interregno, un “entre”, para esta “grupofílica” pichoniana, kesselmaniana, que trabaja en el campo educacional desde hace casi un par de décadas, que coordina grupos operativos, grupos de adolescentes “desorientados” (Hola, ¿quién habla?) grupos, grupos, grupos.

(Una de las fotos tiene como escenario Madrid en 1979. En ella estoy rodeada por un conjunto de tutores de una escuela en el instante de un ejercicio psicodramático.

Datos para apuntar: Vengo dirigiendo grupos operativos hace ya varios años, mucho antes de llegar a España. He mamado de Hernán la confianza en las ideas de Pichón para conducir grupos y la familiaridad con las técnicas del Laboratorio Social y Maratones de Entrenamiento Sensible, que incluyen ejercicios psicodramáticos, juegos gestálticos y otras modalidades, a partir de un trabajo en común en el Centro de Orientación Vocacional -COV-, que él dirigía en la Argentina. Allí trabajábamos juntos desde 1964, con un equipo interdisciplinario de educadores, psicólogos, sociólogos con los que inventamos un método de trabajo grupal que renovó el mundo de la Orientación Profesional, copado hasta ese momento por el reinado de los tests. En Madrid, con los tutores, inicio una experiencia que tiene el perfume de la que habíamos realizado en Argentina en el COV.

En la foto, coordino uno de los talleres que tienen lugar en el transcurso de mi experiencia de Formación de Tutores en los 7 Centros que dependen del Hogar del Empleado, entre 1979 y 1982. Gracias al contacto con Paloma Fernández, psicóloga de uno de ellos, quiputense de aquella hora, y ángel guardián de mi aire madrileño, me introduzco en el fascinante mundo de la vida en la escuela, de la cultura doméstica, de las costumbres de un país que se va haciendo mío. Paloma conoce mi trabajo y cree que puede ser bueno para investigar el rol del tutor y flexibilizarlo. En un enseñaje mutuo, los tutores ensayan con Grupos de Padres, grupos de Educación Sexual, grupos de jóvenes con problemas de aprendizaje, grupos de Orientación Profesional. Los tutores -profesores de escuela- aprenden a conducir grupos, a pensar y a aprender en grupo, a ponerse en el rol del adolescente y a hacerse las preguntas que ellos se harían. En el momento preciso de la foto, algunos tutores, entre los que no faltan un par de sacerdotes y monjas, son los adolescentes “molestos” de un grupo de Educación Sexual, que desean saber “todo” sobre el sexo, ante un tutor que interpreta el rol del coordinador del grupo.
En la otra foto, en el 1979 madrileño, un grupo de mujeres argentinas, que comparten un año de trabajo corporal bajo mi conducción, improvisa, en una fiesta de despedida, a un Romeo y a una Julieta distónicos, que ayudan a tejer redes flexibles para sostener las nostalgias .Mis primeros años corporales me muestran más ingenua quizás en las lides del cuerpo, en las que luego descubro complejidades insospechadas, pero alegre y vital.)

PALMA DE MALLORCA
¿1980? Rumbo a Palma de Mallorca en el psicoavión con una Marie Langer “casi” mejicana, un Emilio Rodrigué “casi” bahiano (aunque en aquel momento Bahía era sólo un sueño) y nosotros “casi” estrenando flamante pasaporte español (faltarán algunos meses todavía). Parecemos postergar la nostalgia ¿Y la patria? va transcurriendo por el aire. Extrañamente risueños y bromeando con lo tanto que perdería el Psicoanálisis si el avión hiciera una cabriola. Hernán, Mimi y Emilio vienen del taller que organizó Hernán en su consultorio madrileño, donde los tres se divirtieron “Psicoanalizando al Psicoanálisis”.
Tengo la vaga certeza de un instante confortable en el que SEPTG éramos nosotros.

(Foto: Mimi Langer, la gran gata blanca, como la llama Emilio Rodrigué, psicoanalista de Hernán de toda la vida -al menos por muchos años-, mi suegra terapéutica y mi aliada mujer en la oscuridad de las sesiones. Nos habíamos mudado a 50 metros de su casa para que Hernán pudiera asistir con regularidad a las 4 sesiones semanales, como era la moda de la época, a las 8 hs. Por aquellos tiempos, Hernán concurría al servicio de Goldenberg en el Hospital de Lanús, donde dirigía, en los comienzos la Sala de Internación y luego el Departamento de Docencia y sus tiempos eran muy cuidados. En sucesivas fotos, tomadas durante los días que duró el Symposium, veo a nuestro “grupo” en el paisaje de Estellench. Allí, y durante un recreo inventado por nosotros para pasear a Mimi, se captan escenas fotográficas dignas de una película de Renoir. Se la ve a Mimi sentada sobre el césped, con un fondo de flores. Junto a ella están Susana Volosín -directora de Cor Endins, gran compañera del exilio con quien escribí en coautoría el libro: “Diálogos sobre lo Corporal”-, y su marido Juan -cristiano militante del amor por el prójimo-, ambos anfitriones especiales de este día mágico. También están en la escena Miguel, sacerdote, pintor y portador de los ojos más tiernos que recuerdo, Hernán, Emilio, nuestro amigo Emilio, cuya amistad siempre nos enorgullece y yo. Durante nuestra estadía en Palma, tuvimos conversaciones reparadoras entre nosotros, que si bien no sanaron las heridas, las hicieron más dulces.)

1980, Copenhague, nos recibe. Tiene sabor a SEPTG en mis escenas de la época. Bailo con un bailarín de danzas típicas dinamarquesas en la fiesta de inauguración del Congreso Internacional de Grupos. Caras SEPTG se cruzan con las fisonomías nórdicas y los argentinos de Argentina no saben, no oyen, no ven, de qué país, de qué horror vienen. Para ellos somos casi españoles, para los españoles somos casi argentinos. Pero en Copenhague todos somos extranjeros. Alquilamos una Casona -la “housina- con los Campos y una mezcla de hijos y alumnos españoles y suecos de Hernán.

(En una foto, se ve al “large group” de amigos y asistentes al Congreso sentados en el jardín de la “housina” alquilada por “los suecos de Gotemburgo”, Siv, Matts, Bill, Lasse, Eva, Peter. Hacemos grupo con el fantasma de Hamlet y las esculturas de Moore sobre el mar.
En otra foto se ve a Hanne, vestida para una gran gala, después de haber actuado como demiurga guía de “Apothekens” y coordinadora del grupo de liendres que caminaban por las cabezas de las Kesselman.
En una foto muy colorida veo a “los suecos” en el taller que coordina Hernán, con la colaboración de colegas argentinos -que lo auxilian ante la ausencia de Tato- ya de regreso a la Argentina. La foto me trae el recuerdo de escenas nórdicas entre psicodélicas y realistas, de gran “ fiereza” dramática. De todos los rostros quizás ahora vuelve el de Siv, hada madrina gutural monosilábica, testigo silencioso de nuestra vida no sólo en España.)

“Mi” SEPTG legaliza mi grupalidad, mis trabajos como coordinadora de grupos en las escuelas, con los tutores, con los adolescentes en sus crisis vocacionales y también legaliza el cuerpo como temática seria, científica, a investigar, a interrogar, digna de ocupar un lugar en un Symposium. Mis devaneos corporales, aquellos que formaban parte de mi “novela” corporal de todos los días, de mis necesidades de arraigo (estar flexible para poder ser otra, para poder armar otras novelas), de mis gustos, de mis incursiones secretas van tomando cuerpo y haciéndose visibles.

Allí se inicia, de la mano de la SEPTG, un pensamiento corporal que es desde un principio grupal y pichoniano y que me lleva a entender el cuerpo como un nivel del comportamiento, no ausente de palabra, como un territorio de expresión, no separado de otros territorios. De esta mirada, surge mi libro “Dinámica Corporal”, que publica Fundamentos en 1985.

Desde aquel momento: soy testigo de los emprendimientos, de la creación de espacios, de los encuentros. Alexander Lowen, John Pierrakos, Mary Eckberg (para cuyos cursos hago de puente en los inicios), Ernesto Lis, Luis Pelayo, todos ellos bioenergetistas que hacen talleres e hiperventilan a una población entusiasmada, en los finales del 70 y comienzos del 80, en Madrid. Victoria Santa Cruz, imparte sus talleres sobre las conductas rítmicas y hace experimentar conexiones entre la pérdida del ritmo personal (por exceso del cuidado de sí mismo) y la ruptura de los ritmos grupales. Royal Hart Theatre esta presente a través de María Escribano y Manuel ¿Esquinazer? que ensayan el Grito Primal y experiencias rítmicas y sonoras, en ¿1980? en las afueras de Madrid. ¿Los ruidos y el miedo a las quejas de los vecinos? me llevan a buscar el silencio de la Eutonía y organizo talleres de Eutonía en Madrid con eutonistas, desde finales del 70. Pascal Palanc me descubre el velo del mundo eutónico con una Eutonía que es “obra de arte” (lo veo claro ahora, Buenos Aires, enero de 1998). Voy al encuentro de Gerda Alexander en Talloires y allí legitimo mi Eutonía que, luego a la llegada a la Argentina, necesitará de otras pruebas (pagar el piso de los recién llegados cursando la escuela de Eutonía cual principiante). Dominic de Fazio (Actor´s Studio) y los talleres organizados por Zulema Katz, con entrenamientos para actores desde aperturas sensibles, fuertes, que hacen trastabillar los narcisismos (más de producción de sensibilidad que de memoria emotiva), Lindsay Kemp y su taller más de la poética corporal que de la mímica. Entrenamientos, intercambios, la Dinámica Corporal (palabra inventada por Hernán y que tomo para fugar de las transnacionales que no dejan usar los nombres si no se contabilizan años de formación), el Corpodrama actual (invento alquimizado entre la Eutonía y la Multiplicación Dramática, entre Hernán y yo y el resto “psi” de la familia -Martín y Mariana-).

BUENOS AIRES
1995, Congreso Internacional de Grupos. En ¿Buenos Aires? ¿Barcelona? ¿Alicante? ¿Madrid? Recibimos a los Campos y a otros queridos amigos españoles en nuestra casa. La vida nos da una segunda oportunidad. Es mi deseo tener cerca, sentir los cuerpos de los amigos de España, cerca otra vez. Me gusta que conozcan nuestra casa y tener una habitación como pan caliente esperándolos. Hanne es nuestro cordón flexible con la SEPTG y nos envía los boletines.
Le escribimos en una carta:

“En cuanto al Boletín de la SEPTG, nos encantó y esperamos enviaros cartas, noticias artículos breves para contribuir a la redacción y justificar nuestro papel de reporteros de ultramar. Nos gusta el carácter flexible e inclusivo, natural, que ha ido adquiriendo el Boletín con tu conducción Hanne. Se nota la delicadeza y el ingenio de tu mano en él . Si tenéis algo interesante y breve para “¿Y por qué no?”, enviarlo … En este mes, nos estamos dedicando a experimentar entre nosotros resonancias que, a modo de las fichas del dominó, pueden conectar unos artículos con otros. “Revista para armar”, como diría Cortázar. “

¿Y por qué no?, la publicación del CPO (Centro de Psicoterapia y Técnicas Operativas) que dirige Hernán, ya está en nuestras conversaciones (ahora parece que se larga la horneada) y nos gustaría tener allí: SEPTG, Hanne y Juan y otros amigos españoles.
En Buenos Aires, organizo una mesa redonda en el Congreso e invito a Hanne a participar. El tema: lo corporal. Hanne es parte de esa SEPTG en nosotros, por lo que una vieja melodía retorna con sus palabras. Lo corporal, me oigo decir, es una mirada, una sensibilidad, una textura, aunque los corporalistas se adjudiquen la privatización del cuerpo.

(En sucesivas fotos, estamos Hanne, Juan, Hernán y yo -según quien tome la foto-, desde finales del 70, en la cocina, alrededor de una mesa, compartiendo comidas y sueños; en los salones de los hoteles donde se realizan congresos sobre grupos -además de SEPTG, mis recuerdos me llevan por Copenhague y Zagreb-; en casas de amigos -Oscar Strada, Alicante-, donde festejamos Navidad y Año Nuevo y ahora en esta mesa redonda, en la que Hanne y yo sabemos que las palabras que decimos, que los afectos que emergen son sólo apenas la punta de un iceberg.
Una foto de la época nos muestra a los Kesselman en pleno, en un taller de Corpodrama que se realiza en el cuarto más pequeño de un hotel -los organizadores argentinos quizás no reparan de que se trata de 4 coordinadores que con su sola presencia ocupan la superficie de la habitación-. Aprovechamos el accidente para probar una vez más las ideas de la Multiplicación. y … multiplicamos: Martín invita a los participantes, como lo hiciera Groucho Marx en Una Noche en la Ópera, a “que pase el que sigue”. Mariana prueba ritmos, yo tumbo al grupo al estilo de la Eutonía y Hernán nos da sus resonancias clínicas. Reconocemos amigos de otras latitudes y con humor nos asumimos con “color local” en la tierra de los grupos, pero en el país del “atado con alambre” como lo bautiza Hernán.)

Quizás esa SEPTG me ha quedado como una melodía que vuelve a mis oídos y me ayuda a caminar el tiempo en múltiples direcciones sin tanto miedo

La SEPTG en mí, en fotos y escenas
Deslizar arriba