Resiliencia – Resiliencia en la mujer

Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos no alumbran ni queman, pero otros arden con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear y quien se acerca se enciende….

Eduardo GALEANO “El Libro de los Abrazos

CONCEPTO DE RESILIENCIA

La resiliencia es la capacidad de respuesta inherente al ser humano, a través de la cual se generan respuestas adaptativas frente a situaciones de crisis o de riesgo. Esta capacidad deriva de la existencia de una reserva de recursos internos de ajuste y afrontamiento, ya sean innatos o adquiridos. De este modo la resiliencia refuerza los factores protectores y reduce la vulnerabilidad frente a las situaciones riesgosas.
Hay, por lo menos, dos vertientes filosóficas en este concepto de resiliencia, el de luminosidad, al que se refiere Galeano, donde la resiliencia se edifica sobre la zona luminosa del ser humano, desde sus fortalezas, asumiendo la potencialidad de cada individuo para desarrollar estrategias de afrontamiento adecuadas.
La segunda, nos pone al tanto de una diferencia en la reacción o respuesta ante circunstancias adversas generadoras de estrés.
Mientras algunas personas sucumben a aquellas circunstancias, evidenciando desequilibrio y trastornos a diversos niveles. Otras se desarrollan exitosamente a pesar de la adversidad.
La resiliencia es más que la aptitud de resistir a la destrucción preservando la integridad en circunstancias difíciles: es también la aptitud de reaccionar positivamente a pesar de las dificultades y la posibilidad de construir basándose en las fuerzas propias del ser humano. No es sólo sobrevivir a pesar de todo, sino que es tener la capacidad de usar la experiencia derivada de las situaciones adversas para proyectar el futuro.
Los siete factores que caracterizan la resiliencia son:

> “insigth” o introspección: capacidad para examinarse internamente, plantearse preguntas difíciles y darse respuestas honestas.
> independencia: capacidad para mantener distancia física y emocional con respecto a los problemas sin caer en el aislamiento.
interacción: capacidad para establecer lazos íntimos y satisfactorios con otras personas.
> iniciativa: capacidad para hacerse cargo de los problemas y ejercer control sobre ellos.
> creatividad: capacidad para crear orden, belleza y objetivos a partir del caos y del desorden.
sentido del humor: predisposición del espíritu a la alegría, permite alejarse del foco de tensión, relativizar y positivizar.
conciencia moral: abarca toda la gama de valores internalizados por cada persona a través de su desarrollo vital.

Resumiendo, la resiliencia es la capacidad humana para enfrentar la adversidad y resurgir de los eventos traumáticos.
Existen áreas de desarrollo de la resiliencia, las que se refieren a los recursos personales y recursos sociales potenciales de un individuo. Entre éstas se pueden citar: la autoestima positiva, los lazos afectivos significativos, la creatividad, el humor positivo, una red social y de pertenencia, una ideología personal que permita dar un sentido al dolor, disminuyendo la connotación negativa de una situación conflictiva, posibilitando el surgimiento de alternativas de solución frente a lo adverso.

Del trauma, la resiliencia y la posmodernidad

El trastorno por estrés postraumático TSPT, históricamente, se relacionó con traumas ocasionados por hecatombes mundiales y genocidios, fundamentalmente, el trauma de guerra.
En las últimas dos décadas, el rango de esta entidad clínica se incrementó dramáticamente.
En un artículo reciente Breslaw define al TEPT como un modelo cultural prominente, con las consecuencias que de ello se desprende para la salud mental de los seres humanos.
El impacto de la violencia y el abuso de todo tipo en lo cotidiano, el incremento de los accidentes, los dilemas éticos, fruto del avance de la ciencia, jaquean cada día más, la chispa resiliente del ser humano, de la que habla Galeano.
La resiliencia y lo adverso, no deberían ser evaluados en el contexto de la salud mental, tan sólo acotados a eventos de magnitud semejante a la guerra, al genocidio o los atentados.
El concepto de trauma ha variado en el tiempo, ligado al de estrés, alejándose cada vez más de lo cualicuantitativo del impacto, sus características, para poner el acento en los factores de vulnerabilidad o resiliencia del sujeto.
Ya los síntomas no se desencadenan sólo por el combate militar, los terremotos, o atentados, sino por circunstancias inherentes a lo descarnado de algunos aspectos de nuestra cultura posmoderna.
Los expertos en TEPT, como Raquel Yehuda, Davidson, Charney, cambian el concepto de trauma desde fines de la década pasada, eventos traumáticos, pueden ser cualquier trauma, incluyendo la comunicación de enfermedad médica incurable, y la notificación de fallecimiento de familiares cercanos o personas significativas, como se describieron en el censo poblacional en el área de Detroit, en 1999. Ver Tabla 1

Se va formulando, así, un cambio en el concepto etiológico de la enfermedad relacionada con estrés agudo o crónico, dónde el argumento del desencadenante se desplaza para darle lugar a la modalidad de capacidad de respuesta del sustrato, hombre, paciente.

Así se explican las respuestas de pacientes increíblemente afrontadores y resilientes, frente a eventos múltiples y otros de máxima vulnerabilidad y morbilidad frente a eventos, aparentemente de no tanta magnitud.

El lenguaje de la Física donó las palabras, que se utilizan para designar, conceptos en el tema de la resiliencia.

En ingeniería, la resiliencia es la cantidad de energía por unidad de volumen que puede absorber un material, antes de que comience la deformación. Y en este sentido podríamos llamar deformación a la falla de la resiliencia. La resiliencia se constituye así en una herramienta de afrontamiento en lo cotidiano.

Herramienta de afrontamiento resultante de la predisposición genética, la capacidad de aprendizaje, es decir la modalidad de aprendizaje en relación a lo imprevisto, a lo sorpresivo del acontecer cotidiano, aquello para lo que el sujeto no se encuentra avisado, ni preparado.

Si ser resiliente implica lo opuesto a ser vulnerable, es disponer de una diversidad estrategias de afrontamiento adecuadas y de la capacidad de aprovechar y aprender, en lugar de sucumbir o tornarse estereotipado en el comportamiento frente a lo adverso.

Las catástrofes humanogénicas cotidianas, comienzan también a facilitar modalidades de respuesta, donde el endurecimiento por deformación, condiciona una modalidad de respuesta muy frecuente en nuestros días, la acritud, otra palabra de la Fìsica-

Dice el diccionario: acritud, sustantivo femenino.
1.- Brusquedad o aspereza en el trato.
2.- Aumento de la dureza, fragilidad y resistencia en ciertos metales como consecuencia de la deformación en frío.
Cuando en un proceso de conformado de metales ocurre el trabajo de deformación plástica, el material sufre la compactación del tamaño de su grano y producto de este cambio de su estado de tensión se produce un endurecimiento por deformación que se conoce como acritud.

Hay autores que describen tres modalidades básicas de respuesta frente al aumento exceso de carga alostática, la vulnerabilidad, la resiliencia y la acritud, relacionando esta última con las caracteropatías.

El comportamiento abusivo o violento tiende a transformarse en una modalidad de respuesta más generalizada.

Sin duda, en la violencia hay un comportamiento objetivamente preconstituido y un tipo de comportamiento social. Françoise Héritier (1996) definió la violencia como toda coacción de naturaleza física o psíquica susceptible de atraer el terror, el desplazamiento, la desgracia o la muerte de un ser animado.

La violencia incluye también los actos que tienen por efecto el despojo del otro y el daño o la destrucción de objetos inanimados pertenecientes al otro.

Desde el punto de vista de la evolución biológica clásica como algo basado en la selección natural arbitraria, no podemos pensar que los humanos sean diferentes de otros animales en su esencia metafísica.

Como mínimo, la bondad requiere reconocer de forma apropiada a los demás, la maldad incluye esa clase de egoísmo que nos lleva a tratar a los demás inadecuadamente, al ignorar sus intereses o tratarlos como meros instrumentos.

Podemos incluir aquí también, como modalidad de respuesta ácrita, el no registro del otro, o de uno mismo, avasallado por un “kindling” de estrés crónico, que termina en la alteración nociceptiva, de analgesia frente al daño a las diferencias interpersonales, como modalidad vincular “ no registro”.

Inssel, intentó demostrar como la inhibición del comportamiento, es precursora del desarrollo de los trastornos de ansiedad a lo largo de la vida, desde la inhibición en conductas de juego en el niño, al desencadenamiento de fobia social, pánico, trastorno por ansiedad generalizada, u otros trastornos de ansiedad en el adulto. Definió así lo que llamó diátesis de la ansiedad.

Si tomamos esa diátesis de ansiedad, como paradigma de inhibición, represión en el hacer, aumento de preocupación por la valoración y el juicio de los otros, de naturaleza mórbida; y la ubicamos en el extremo de un espectro, en forma similar a lo que Hollander, hizo con el espectro obsesivo-compulsivo. Ver Figura1. En un extremo tendremos la diátesis de la ansiedad, con inhibición, evitación de conductas de riesgo inadecuadas. Por ejemplo el pánico como miedo inútil, paralizante e indiscriminado a todo, resistencia al cambio, percepción de lo externo como riesgo.

En el otro polo del espectro, ubicamos la búsqueda de riesgo, como modalidad de comportamiento impulsiva, se va constituyendo una alteración del “self”, dónde predomina: el aquí y ahora, imposibilidad de diferir gratificaciones, preferencia por actividades rápidas, fáciles y simples, postergando las que requieren tenacidad y persistencia. Imposibilidad de finalizar ciclos institucionales, perdiendo beneficios de investidura social, ejercicio de la crueldad, alteración de la sensibilidad en menos, uso de la fuerza o el fraude, podemos definir la diátesis de la posmodernidad.

De la evitación de riesgo al impulso, evolución del paradigma del miedo al de por exposición a trauma.

De la evitación de riesgo al impulso y al abuso de sustancias, o del otro.

De la represión neurótica a las conductas psicopáticas

Evolución del paradigma del miedo al de anestesia por exposición a estrés prolongado de diferentes cualidades, “Malentendidos de la vida”, que se plasma en alteraciones funcionales, en pobreza de flujo orbitofrontal.

El hipoflujo orbitofrontal, agonía de la iniciativa, anestesia de dolor y de placer, con cinismo, y falta de redes sociales institucionales, y familiares, en un círculo de empobrecimiento creativo.

De la vulnerabilidad a la acritud y a la falla de resiliencia.

Fig. 1
Diatesis de la posmodernidad de la vulnerabilidad a la acritud, fallas de la resiliencia.

Trauma, resiliencia y género:

Los factores que determinan falla de respuesta al trauma, son la imprevisibilidad, la posibilidad ó no de éxito en controlar el daño la magnitud de la pérdida, estar expuesto a inclemencias climáticas extremas, como frío, o expuesto al fuego, a dolores intensos, entre los previos al trauma, los más importantes son, el género, el abuso infantil los antecedentes psiquiátricos, otros eventos estresantes previos, especialmente robos con violencia.

El Trastorno por Estrés Postraumático, ejemplo del agotamiento o falla de la resiliencia, es mas frecuente en las mujeres (18%), que en los hombres, (10 %), la diferencia se suele atribuir a un mayor nivel de exposición, a diferencias en relación a la percepción de la problemática de los otros, y a factores hormonales.

Esto no significa que las mujeres sean menos resilientes o más vulnerables que los hombres.

Las diferencias hacen a resiliencias diferentes, no mejores o peores.

Existen factores endofenotípicos de resiliencia, lo que demuestra claramente, la existencia de un “diálogo” entre los genes y los factores ambientales y/o culturales.

Los genes, el ambiente, el trauma y la resiliencia

La heterogeneidad en la respuesta frente a los mismos factores de riesgo ha determinado que la psicopatología haya puesto el acento abrumadoramente en las diferencias temperamentales.

Estas diferencias no han sido aún tan bien determinadas para las alteraciones psicopatológicas como por ejemplo para el cáncer, la diabetes, la enfermedad vascular, la inmunidad y las infecciones.

Recién desde hace poco tiempo, desde el punto de vista genético se han comenzado a describir polimorfismos funcionales, que influyen en el metabolismo neuronal, como el de la monoaminooxidasa A (MAO A). Esto implica, que a través de estos cambios metabólicos se puede modificar la respuesta, por ejemplo al maltrato infantil, y como consecuencia al ciclo de la violencia

Los niños maltratados con baja expresión de MAOA, desarrollan frecuentemente trastornos de conducta, y mayor incidencia de personalidad antisocial que los que tienen, aumento de la actividad de la MAOA.

El polimorfismo funcional de la región del transportador de serotonina (5HTT) podría modular los efectos del estrés crónico en el desarrollo de la depresión.

Los individuos con una o dos copias del alelo corto 5HTT tienen mas síntomas depresivos, depresión diagnosticada y suicidio luego de eventos desencadenantes, a diferencia de los individuos con dos copias del alelo largo.

El polimorfismo funcional en el gen de la catecolortometiltransferasa (COMT), puede moderar la relación de la asociación del uso de canabis en la adolescencia y el desarrollo de psicosis en el adulto joven.

El polimorfismo funcional en el gen regulador del receptor glucocorticoide FKBPS interactúa en el daño agudo generando disociación psicológica que es el predictor más importante del TEPT.

Por otra parte, para las mujeres, es peor tener un evento traumático en fase lútea ya que en esta se incrementa aún mas la posibilidad de disociación


Fig. 2

Nestler describe la activación de un circuito dopaminérgico mesolímbico en sujetos resilientes.

El incremento de factor de crecimiento neuronal (BDNF) en el núcleo acumbens que forma parte de la región de recompensa, en ratones sensibilizados a estrés que presentan anhedonia, retracción, disminuye la respuesta de resiliencia.

La hiperexpresión del gen regulador de los canales de K, aumenta la resiliencia en adictos, por disminución de la respuesta al BDNF.

Además el BDNF, es el responsable de transformar los recuerdos pasajeros en perdurables si aumenta su síntesis, Jorge Medina, investigador argentino , “si uno pudiera intervenir bloqueando el sistema que genera persistencia cuando a una persona le ocurre algo traumático, podría hacer que ese recuerdo durara poco. Es decir, si pudiera manipular naturalmente o con fármacos la síntesis de BDNF, podría controlar su duración”.

La cultura, las mujeres, la resiliencia

En los Estados Unidos, los niños, en lo que sería nuestra escolaridad primaria concurren tres veces más que las niñas a clases de recuperación, son aplazados dos veces más y hay un tercio más que deja la escuela secundaria en comparación con las niñas, en treinta países de Europa las niñas superan a los niños en leer y escribir además colaborar con sus compañeros en matemática. En el 2006 las universidades americanas prefirieron incorporar más hombres que mujeres, la explicación elegida es que los hombres agobian menos a sus superiores.

Si se intentara predecir el futuro en base al logro de las niñas en la escuela, el mundo sería un matriarcado. Por supuesto, no lo es.

En cuanto pasan de la escuela al trabajo, los hombres ganan más dinero y tienen más funciones directivas. Dominan particularmente el gobiernos nacional en la mayoría de los países, el mundo corporativo y el laboratorio de ciencias.

Mientras tanto, las mujeres presentan más predisposición a dejar de trabajar y terminan con sueldos inferiores y menor jerarquía de la que tenían si vuelven.

Otros autores, se inclinan más a pensar que si las mujeres no están compitiendo en niveles superiores de ciencia, gobierno y mundo corporativo a pesar de las décadas de esfuerzos para concretarlo es porque no se deciden.

El cerebros de la mujeres se diferencia del de el hombre considerablemente, y ésta es la explicación principal para la diferencia de roles y logros en los lugares de trabajo, y otras estrategias de afrontamiento.

Las mujeres se preocupan más, se interesan más, están mas orientadas al servicio y son mejores para percibir el efecto que tiene lo que acontece sobre los otros. “Tienen hecha su instalación eléctrica para la empatía”.

Éstos no son los rasgos aprendidos; son el resultado de genes y hormonas. Comenzando por el desarrollo intrauterino, los hombres están en general expuestos a niveles más altos de testosterona, son más competitivos, enérgicos, vengativos y audaces. Simón Barón describió cómo las niñas recién nacidas muestran más interés en mirar al ser humano que se enfrenta a su rostro, mientras que los niños recién nacidos prefirieron mirar móviles mecánicos.

Los niveles mayores de oxitocina las ayudan a decodificar mejor las emociones de las personas, además de la prolactina. Juntas, las hormonas producen una sensación máxima de dedicación, durante la lactancia que hace que las ratitas madres elijan estar con su cría recién nacida en lugar a la cocaína, no sólo por deber sino también por placer.

Dice Pinker que “las mujeres deben querer lo que los hombres quieren y no se han animado a elegirlo con ganas el 50 % de las veces.” Cuando los empleadores deciden un ascenso, los empleados del sexo masculino, se jactan de ello, y deben decirlo, aún cuando trabajen más horas, en peor estado y por menos dinero.

Escribe Andrea Márquez Lopez-Mato, en “Afrodita, Apolo y Esculapio”:

Las diferencias biológicas y conductuales entre Apolos y Afroditas, se observan desde siempre. Sobre éstas (hardware), el medio ambiente, va troquelando, aspectos psicológicos y de comportamiento diferenciales (hardware) conceptualizando, así, la diferencia entre sexo y género. El sexo es biológico, el género es cultural.

Reconocer la desigualdad, ayuda a comprender como los hombres aprenden mejor intelectualmente, y las mujeres intuitivamente, como los hombres experimentan y las mujeres experiencian, como los hombres deciden y las mujeres perciben, como los hombres afirman y las mujeres confirman, como los hombres determinan objetivos y las mujeres determinan metas subjetivas.

Simone de Beauvoir escribió que “no se viene al mundo como mujer, sino que mujer se deviene”.

Todo esto es también parte de la luminosidad de la que habla Galeano, en sujetos, hombres y mujeres, las hormonas el ambiente, regularan el comportamiento y estos las expresiones endofenotípicas.
Complejidades de las diferencias entre vulnerables y resilientes, entre hombres y mujeres.

Ser perceptivo podría ser la necesidad ante la indiferencia, de un hombre o de una mujer.

Si para impedir una catástrofe hay que elegir entre la salvación de muchos a costo de la vida de pocos, quizás un hombre será más rápido, en algunas circunstancias esto no es ni mejor ni peor, es.
Cuando se necesita mayor empatía y percepción, los sistemas promueven la participación femenina, pero la percepción, deberá devenir en decisión, combinarse con la audacia, y la decisión con el corroborar los resultados.

Si posibilitamos las diferencias seremos más creativos, resilientes ; los fanatismos que intentan establecer la diferencia por competencia adoptan una modalidad de respuesta, excesivamente masculina, para un complejo problema que requiere una modalidad de afrontamiento más femenina….pero no tanto. Es mejor describir modalidades de afrontamiento masculinas o femeninas, las sustenten hombres o mujeres, sabiendo que seguramente implican una carga alostática diferente, cuando sean contrarias a su naturaleza.

Bibliografía utilizada y recomendada:

• Avshalom Caspi and Terrie E Noffit. Gene enviroment interactions in psychiatry: joining forces with neurocience. Nature Review Neurocience. Vol 7, 583-589 julio 2006

• Bazelon Emily. The New York Times. Hormones, Genes and the Corner Office; [Review] (Late Edition (East Coast)). New York, N.Y.: Mar 9, 2008. pg. BR.11.

• Charney, D y col. Psichobiological mechanisms of resilience and vulnerability PsAm.J.Psichiatry . 161: 195-216. 2004

• Gladwell. Malcom Inteligencia Intuitiva. Editorial Santillana 2005. Ensayo inglés traducido por Gloria Mengual. Impreso en Argentina 2006.

• Kandel Eric R PsychiatryPsychoanalysis,and the new biology of mind. The molecular Biology of memory storage,Cap 7 pag 341-367. American Psychiatric Publishing 2005

• Krishnan, V. et al.Molecular adaptations underlying susceptibility and resistance to social defeat in brain rewardregions. Cell 131, 391–404 2007

• Lopez Mato Marquez, Andrea y col: Afrodita, Apolo y Escolapio. Diferencias de género en salud y enfermedad. Estrés, resiliencia y acritud. Editorial Polemos Buenos Aires. Cap 20pag 285-296.2004.

• Pase Allan y Barbara: Porque los hombres no escuchan y las mujeres no entienden los mapas. Editorial Gestión.Primera edición enero del 2000. Barcelona. Traducción Esther Gil Santillan.

• Yehuda Rachel, Risk and resilience in Postraumatic Stress Disorder-J.Clin Psychiatry – 65 suppl1129-36-2004

Dra. Liliana Fernández. Médica psiquiatra. Psicoanalista. Directora de Interclínicas-Psi, Centro para el Tratamiento de la ansiedad y de la depresión.

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