“¿Te acordas hermano, qué tiempos aquellos?” (Microfascismos y Psicopatología de la vida cotidiana profesional)

La intolerancia que el pensamiento dominante ejerce sobre los diferentes, sobre los minoritarios, es típica del fascismo.
la línea de fuga pasa entonces por el devenir minoritario.
Pero ¿cómo transitar los caminos que conducen a Kurtz sin caer en la marginalidad? ¿Cómo ser Marlowe solamente en la búsqueda?.
Ya no hay locuras clásicas. Casi no quedan. Hay una locura generalizada que brota como relámpagos imprevistos en plena claridad del día. Hay colectivos que masacran gente. Hay sin razón naturalmente todo así. Parecería que las locuras clásicas se han evaporado con el final de los últimos románticos. Todas las patologías se expresan en luchas binarias entre nómades y sedentarios, cazadores y agricultores, pescadores y pescados, saqueadores y saqueados. La locura ya no es lo que era. Devino fragmentos que circulan por el delta del asfalto posmoderno.
En la patria del déme dos, donde se consume con furia mientras tantos mueren de hambre, padecemos de anorexias y bulimias y de síndromes de pánico. Nuevas psicopatologías. ¿Te acordás cuando éramos fóbicos, esquizos, melancos, confusos, histéricos?. ¡Qué épocas! ¿Y cuando los paciente y nosotros teníamos que trabajar juntos para ganarnos el pan y la torta de la curación? Eran épocas de la cultura del trabajo. Entonces existía como un orgullo por ser dignos. Mínimamente dignos (terapeutas y pacientes). Ahora la cultura del azar y de la lotería domina el Mercado Fast Food de las terapias. Rápido. Todo rapidito. Lo que importa es hacer la primera. Como en el truco. Y por eso, la psicología del encuentro, atravesada por esta perversión, señala actualmente que lo que más importa es iniciar y no tanto desarrolllar lo que se comienza.
Y así pasa en nuestros consultorios también, donde lo urgente suele llevarse el tiempo que necesita lo importante.
Vivimos acorralados por este vértigo. El secreto es seguir sintiéndose extranjero aún en el propio país y en el propio hábitat. Entonces quizás se pueda llegar a abrir una ventana por la que podríamos descubrir un pichoncito de paloma tiritando en la cornisa de la pared de enfrente, una mirada que nos distraiga por un instante de nuestro papel de expertos. La ternura, digo. Germen de lo solidario y paradigma del antídoto más antiguo para enfrentar la exasperación de las nuevas patologías

Del Libro de Hernán Kesselman, Eduardo Pavlovsky y Juan De Brasi, “Escenas-Multiplicidad: estética y micropolítica”, Ediciones Ayllú / Búsqueda, Buenos Aires, 1996

“¿Te acordas hermano, qué tiempos aquellos?” (Microfascismos y Psicopatología de la vida cotidiana profesional)
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