Paisajes

RITORNELO DISTANCIA. El territorio es la distancia crítica entre dos seres: marca distancias. Lo mío es mi distancia, sólo poseo distancias. Y hay que mantener a distancia las fuerzas del caos. La distancia crítica no es una medida, es un ritmo. RITORNELO MÍTICO. El ritornelo mítico de mi familia: los hijos que se van de los padres a otro país. La diáspora. El ritornelo familiar se puede dar por captura o por fuga. Una historia que atrapa al sujeto, está denunciando una historia sujetada (un ritornelo/letanía familiar y/o historia que captura). RITORNELO RITMO. El ritornelo: tres momentos: 1) del caos 2) a la introducción de algún elemento que le da territorialidad al caos (le pone límites, “lo encuadra”) y 3) la creación de un entre, creación de inter-agenciamientos, incluso fuga. Hay un ritmo para ese proceso; hay que descubrirlo (el de cada uno en relación a ese paciente). RITORNELO RITO. Un ritornelo puede ser un gesto, un ritmo, un canturrearse o un hablarse a sí mismo (eso nos informa del posible ritornelo). Todo conjunto de materias de expresión que traza un territorio (ritornelos motrices, gestuales, ópticos, auditivos).RITORNELO TERRITORIO. El ritornelo es el ritmo y la melodía rerritorializados, que han devenido expresivos y han devenido expresivos porque son territorializantes. Cuando amenaza el caos, es importante trazar el territorio. En un territorio existen dos efectos notables: reorganización de funciones y reagrupamiento de fuerzas. DESENCUENTRO DE RITORNELOS. El ritornelo es la forma de cada cual de controlar su ansiedad ante el caos. Es devenir y línea de fuga. Es una apoyatura que exorciza. Puede surgir ruido en la terapia, por un desencuentro de dos ritornelos. En la oscuridad, lo que angustia es no reconocer. En el ritornelo cuando la repetición es reconocida, entonces ya no congela, tranquiliza. Así el ritornelo se repite hasta reconocerse. Repetición y reconocimiento serían la base de lo que tranquiliza en el ritornelo. LETANÍA. El ritornelo, vinculado a la línea de fuga, la letanía a la captura. Hay pacientes que si pierden la letanía habitual quedan en cero (pacientes letánicos). Cuando la letanía se hace melodía, comienza el final. Como en la pareja, las primeras sesiones son las mejores (las del encuentro entre dos intimidades). Hay que buscar los ritornelos para crear un canto que rompa con la letanía, con la repetición asfixiante. La repetición provoca deseo de abandono por aburrimiento (igual que en la pareja). A mayor fascinación, mayor decepción. Con el paciente, en política, en el amor. Y si el exceso de decepción lleva a la pérdida de la fascinación existe el riesgo del suicidio. Y. No es Pichón o Bleger. Es Pichón y Bleger, y así para casi todo. | 07/05/2012

MÁQUINA DE FRACASO. Paciente que se queda sin palabras, como un bebé, terapeuta que siente que tiene que ponerle palabras a aquello que no se termina de decir. MÁQUINA DESEANTE. Pasión por el conocimiento, más allá del lugar del supuesto saber. Huella que deja lo pasional. La máquina deseante es una máquina productiva, donde se encuentran las reservas de rebelión. MÁQUINAS DE LETANÍA. Para el paciente no hay himno de gloria sino letanía. La letanía sería la producción de subjetividad de una máquina entre terapeuta y paciente en donde mientras a uno le falta aliento y al otro le sobra. Es una máquina de aliento – desaliento. No tiene final. La producción que sale del entre, es letánica. Para que no haya letanía tendría que haber un cambio de velocidad. En esa máquina, por más que el terapeuta sople y sople tratando de darle aliento al paciente para (con)sostener su vínculo con él, el paciente e(su)spira -el mismo aire que el terapeuta pone por un lado el paciente lo espira-suspira por el otro-. Por más que se aliente, la producción es desaliento. Y si el paciente no hace más que desalentar al terapeuta éste se va llenando de aire y se hincha hasta que explota. MAQUÍNICO. Lo pichoniano nos acerca a lo maquínico: buscar en el vínculo más que en el sujeto. MAQUÍNICO NUCLEAR. Lo maquínico no es la suma de los núcleos de comportamiento (un melanco y un confuso, por ejemplo), es una máquina que produce algo nuevo. AGENCIAMIENTO. La máquina no inventa nada: agencia territorios ocupados por otras máquinas. | 07/05/2012

DEVENIR/PORVENIR. Cuánto más desesperación por el porvenir, más se detiene el devenir. El devenir siempre implica otro territorio, la única manera de continuar lo intenso es que se cree otra cosa. EL MISMO LUGAR. Uno no siempre vuelve al mismo lugar, uno puede volver devenido en un otro, no regresa, sino que vuelve a pasar. No es otra herida sino una pizca de sal que cae sobre una antigua herida que aún no cerró del todo. FINITO ILIMITADO. Para siempre por ahora, versión pichoniana rioplatense del Finito Ilimitado del Tropicalismo brasileño (Rolnik). RECETAS QUE AYUDAN A CONFIAR EN EL DEVENIR. Para no ilusionarse demasiado con los bienestares, digo: “PARA SIEMPRE POR AHORA”. Para no desesperarse con los malestares: ”POR AHORA, PARA SIEMPRE”. EFÍMERO. Del griego ephemeros: que dura sólo un día, derivado de hemera: día -pasajero y poco durable- de la misma raíz que epidania y efemérides. Fenómeno de intensidad no de duración. TRANSFORMISMO NO ES DEVENIR. El produce transformismo, pero no devenir. No se puede devenir joven, pero sí transformismo en joven. Transformismo es diferente de devenir. Sólo un cambio de look. Lifting psicológico. PÁJARO DE MÁRMOL. Hasta devenir pájaro, uno a veces pasa por devenir mármol. Un equilibrio muy delicado puede convertirnos en pájaro de mármol. | 07/05/2012

La estructura (“deseada y temida”) tiene un juego dinámico ilusorio. Parece que se mueve. Pero no. Es como la “propia versión” de nuestra “novela” vital. Como un hermoso sueño o una pesadilla circular (según predominen los costados escénicos deseados o temidos). De esa inmovilidad emanan los vapores de lo siniestro. Y por eso es que lo siniestro suministra un clima demoníaco por el que nos sentimos poseídos. Cada estructura conserva a buen recaudo, oculto en lenguaje esotérico, los sentimientos más primitivos que aseguran la inviolabilidad de su misterio. La estructura de lo que se repite en nuestra conducta se aburguesa en una convicción de preceptos mágicos, de claridad meridiana: lo más irracional suele viajar de polizón en el barco del sentido común, de la sensatez. Es donde mejor se oculta. | 07/05/2012

Entre 1957 y 1970 colaboré con el Dr. Mauricio Goldenberg en la experiencia revolucionaria del Primer Servicio de Psiquiatría en un Hospital General: el Policlínico Gregorio Aráoz Alfaro de Lanús (1956). El Staff lo formábamos profesionales jóvenes, que dirigíamos distintas áreas y atendíamos pacientes muy graves con esa esperanza y mística a flor de piel que a veces cura. Si Pinel rompe las cadenas al enfermo mental, Goldenberg le crea un espacio hospitalario para que sea tratado como ser humano. La desmanicomialización es un cambio de paradigma, permitió la inserción del enfermo mental en la comunidad, en Centros de Salud. Hoy parece natural, hace cincuenta años no lo era. Con mentalidad abierta, fomentó nuestros psicoanálisis personales, sin ser psicoanalista, y nos instó a coordinar grupos terapéuticos, de diagnóstico, con adolescentes, cuando los tratamientos grupales eran considerados de segunda. Llegué a ser Jefe de Docencia y fundé la Primera Escuela de Practicantes y Residentes de Psiquiatría en Hospitales Generales y Neuropsiquiátrico, semillero de destacados psiquiatras y psicólogos que esparcieron por centros asistenciales argentinos y extranjeros, ese modelo interdisciplinario, de multirrecursos, con ateneos clínicos polifónicos. Goldenberg fue mi más importante Maestro en psiquiatría, mi padrino de boda, compartimos con él y su familia nuestra luna de miel, mi hijo mayor lleva de segundo nombre, el suyo. Las ideas socialistas y el gusto por lo humano, los mamé de él, un ejemplo de vida. | 07/05/2012

LOS MULTI RECURSOS. (o más allá de la interpretación para quienes hemos confiado en ella como único recurso válido). Está metáfora maquínica, objeto de supervisiones y covisiones, se cruza en nuestro quehacer, con diagnósticos para intervenciones programadas, interpretaciones posibles (verbales y dramáticas) y sugerencias de aportes de diferentes técnicas (corporales, sistémicas, psicoanalíticas, guestálticas, dramáticas, etc.) que se le van ocurriendo al terapeuta desde su formación e información académica y cultural. Todo esto constituye al terapeuta en un cartógrafo que busca una tensión fértil entre estas dos concepciones: lo vincular y lo maquínico. Por momentos predomina una, por momentos predomina otra, depende de la posibilidad de experimentar y del umbral de tolerancia posible en cada situación. Para una teoría de la multiplicidad de disposiciones del terapeuta, una técnica de recursos múltiples para elegir y experimentar. Las advertencias van en tres direcciones: hacia los peligros de la voracidad silvestre y simplificadora, hacia la creencia de que disponerse a los multirecursos se opone a la formación sostenida y rigurosa disciplinaria de cada uno de ellos y hacia la confianza de que los acontecimientos azarosos pueden planificarse de antemano. El temor a la iatrogenia y la responsabilidad con el paciente dan inseguridad para cometer sacrilegios alegremente, inhiben la potencia de experimentación del terapeuta y esta inhibición, como el entusiasmo, contagia también a los pacientes. | 07/05/2012

La Psiquiatría, el Psicoanálisis y el Psicodrama, confluentes en mi propia formación, me impulsan a continuar indagando en qué circunstancias siguen teniendo validez mis preceptos clásicos. Así el diagnóstico de los núcleos básicos de cada personalidad y sus actividades defensivas exigen que investiguemos cómo consolidar y modernizar los conocimientos adquiridos que categorizan y clasifican a las personas para poder operar con ellos y proponer intervenciones puntuales. Llamé Psicopatología Vincular (en honor de Bleger y Pichón Rivière) a una Psicopatología que recorta fuentes dolientes en el paciente y que hace relaciones y conexiones con la Psicopatología- en -nos, los terapeutas. Se configura de este modo un camino diagnóstico (con la misma nomenclatura de la Psiquiatría Dinámica) según la forma de vincularse en las actividades mentales, corporales y sociales, antes que por una verticalidad abstracta de cada paciente. | 07/05/2012

Hoy todos pareciéramos atravesar lo que en Medicina se conoce como enfermedad laboral del médico, “síndrome de Thomas” (personaje de “La insoportable levedad del ser.”) o “Burn Out” (desgastarse, quemarse, etc.), y que el Dr. M. Meeroff, pionero de la Bioética y la Antropología Médica, definió como: “Enfermedad que contraen los profesionales del cuidado de la salud, en primer término los médicos, que adquiere habitualmente cronicidad, afecta preferentemente a los profesionales de menor categoría, sin diferencias de edad y sexo, contagiosa de persona a persona por “vía mental”, últimamente muy difundida, especialmente en los centros de mucha población, que repercute intensamente en el medio familiar, de tratamiento muy complejo y escaso resultado aún”. Este síndrome que atraviesa la práctica cotidiana del médico, independientemente de sus diversas psicopatologías singulares, es el que observamos en la gran mayoría de los pacientes que solicitan asistencia psicológica. Y así, para que los que viven en la planicie (terapeutas y pacientes) puedan sobrevivir, tienen que aprender a producir habilidades y precauciones similares a las desarrolladas por quienes viven al borde del cráter de un volcán o en regiones espantadas por los sismos y maremotos. Se instala así una nueva figura en las producciones de subjetividad singulares y colectivas, un dispositivo que denomino Psicosísmica. En tanto curadores, detectamos “vibraciones” con nuestros aparatos de información y sensibilidad, tal como los sismólogos detectan los movimientos telúricos para organizar la prevención y los efectos deletéreos de los mismos. | 07/05/2012

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