Paisajes

En la Covisión se hace especial hincapié en lo personal del profesional, en la novela que él mismo tiene de sí mismo como tal. Esta novela es arrebatada, descentrada y enriquecida por la mirada y las escenas resonantes del grupo multiplicador, para investigar todos juntos los diagnósticos de la Psicopatología Vincular, los diagnósticos de las “nuevas” psicopatologías (diagnóstico metafórico): Daño Psicológico (SIDPA), patologías adictivas, anorexia y bulimia, síndrome panicoso, etc. (nivel molar). Todo esto paralelamente a las figuras de producciones maquínicas de subjetividad (nivel molecular), inventando, en cada reunión, las metáforas maquínicas de ritornelos diagnósticos (metáforas diagnósticas). Todo ello para ir construyendo la caja de herramientas cartográficas para futuras intervenciones posibles y aptas para repicar en controles periódicos o seguimientos, en la tarea de abrir nuevos caminos para la investigación, la docencia y la asistencia de quienes se desenvuelven en el área de la Salud Mental. | 18/04/2012

El psicodramatista y el psicoterapeuta devienen cartógrafos operativos en el vehículo con que recorren sus espacios de trabajo, porque pueden funcionar ya como tripulantes, ya como pilotos, ya como copilotos, gracias a esta subjetividad que lo abre a la contemplación de su obra y que, en el caso de quien quiere asistir, se beneficia -junto con sus asistidos- de la creación de una obra de arte y de un producto abierto, porque más que ser está siempre siendo. Su andar anima un coraje que le ayuda a transitar (en compañía) el malestar de esta incertidumbre, tan tangible en nuestros tiempos, disfrutando de un detonador que denomino Menú Antropofágico (“menúes del alma”). Para supervisar su tarea puede utilizar, en el Aula Taller, un esquema de Multiplicación Dramática que llamo Covisión y que consiste en entrenarse para poder desplegar los conflictos de su vida profesional que desmadeja horizontalmente sus escenas de captura por y a través de las resonancias de los compañeros que lo auxilian. Hace 30 años escribí “Psicoterapia Breve” (focalizada, planificada, situacional) en la que sugería la aplicación de múltiples recursos (intervenciones múltiples) y de encuadre rigurosamente flexibles. Muchas de sus formulaciones evolucionaron o devinieron en otros territorios. El Psicodrama Operativa y la Psicoterapia Operativa son devenires cartográficos de las Psicoterapias Breve. Ellas nacen en el “entre” de las concepciones vinculares de Pichón Rivière, de las concepciones maquínicas de Deleuze y Guattari y de los aportes del Tropicalismo brasileño (Cartografía Antropofágica). Estas corrientes concurren y se entrecruzan en la idea de complejidad y multiplicidad polifónica, especie de Carrefour o cruce de caminos metateóricos, que se encarnan en el entrenamiento de profesionales, al formarse en el aprendizaje de quehaceres y saberes que se relacionan y conectan con la Multiplicación Dramática. Representan la evolución y la conexión de mis conceptos de Escenas Temidas y Multiplicación Dramática que han aparecido girando sobre el eje del concepto de resonancia. Las resonancias van guiando la orientación del “Cómo hacer”. La producción dramática al expresarse en escenas espontáneas abiertas son aptas para la lectura, desde cualquier corriente de la Psicología contemporánea. Como dije, entreno a los cartógrafos con la técnica de la Covisión, una forma de supervisión dramática que profundiza en superficie, al desplegar horizontalmente las escenas de captura, donde se encuentran en un tartamudeo conflictivo de la mostración de la escena profesional, los fantasmas de coordinadores y coordinados, de terapeutas y pacientes. | 18/04/2012

Es cartógrafo porque su principio es un antiprincipio que lo obliga a estar siempre cambiando de principios, y porque sólo tiene una especie de Regla de Oro: él sabe que es siempre en nombre de la vida que se inventan estrategias en la clínica, valorando cuánto de las defensas que se están usando sirve o no para proteger la vida, valorando el umbral de desengaño posible en sí mismo y en aquellos a quienes asiste. En su nueva suavidad el cartógrafo en nombre de la vida puede y deber ser absolutamente despiadado. (Suely Ronik, “Cartografía Sentimental”.) Sabe que lo gobierna (al decir de Guattari) un paradigma Etico, Estético y Político. Ético: porque dirige una clínica regida por un compromiso con la vida, en cuanto potencia de perseverancia del ser y que lo obliga con sus pacientes o coordinados a interrogarse permanentemente sobre qué es calidad de vida y qué es enfermedad para ambos en esta nueva carta de situación que suministra la clínica interrogante. Desde este paso inicial podrían disponerse juntos a trazar la meta terapéutica. El terapeuta comprometiéndose a funcionar como atento copiloto que señala y que interroga puntos de referencia acordados como Norte de esa meta. El paciente ejercitándose, a su vez, en aprender a ser el piloto para la nave cuyas velas empujan sus propios deseos. Los deseos que lo sostienen para ir transitando la aventura de esta vez intentar gestarse y parirse a sí mismo, a que le invita el privilegio de analizarse, de dramatizar, en compañía. Es Estético, porque dirige una clínica de creación de la existencia al nutrirse sin racismo de un acontecimiento social, deportivo, tanto como de la música y de las artes en general y es estético por la capacidad que todos tenemos de hacer de nuestra vida una obra de arte y de nuestro arduo trabajo en la clínica un Goce Estético en el Arte de Curar. Y es Político (micropolítico) porque la clínica que propone es portadora de herramientas preciosas en la búsqueda de intercesores que nos enseñan a los terapeutas a acoger al extraño en los otros y en nosotros mismos, transitando, entre sus dos Estares, el malestar que genera el terror a la diferencia y la sorpresa de los devenires, tanto en él como en sus pacientes, recuperando la tutela de la propia producción de subjetividad, y de estar disponibles para inventar, en cualquier momento, la producción de utopías posibles, de entusiasmos que lo transforman en psicoargonauta. Todo esto como premio para los que se atreven a soñar de día, a moverse aún sin trasladarse entre las amenazas tóxicas de la vida cotidiana. | 18/04/2012

El psicoanalista o el psicodramatista, por ejemplo, se nombra a sí mismo cartógrafo, más por su disposición a una escucha interrogante sin cesar, que por el instrumento o la teoría y la técnica con la que trabaja. Y es cartógrafo, más por este dispositivo que, como su nombre lo indica, lo dispone a la escucha polifónica, que por la perfección del mapa de las teorías y técnicas por él conocidas. Teorías y técnicas que cuanto más lo han formado, insensiblemente, a la vez, lo han deformado al alimentarlo cada vez con más de lo mismo, es decir, ensanchándose en el espectro evolutivo de sus variaciones sinfónicas, pero, tal vez, ojalá, presintiendo que estas variaciones son partes de la misma sinfonía. | 18/04/2012

Cartógrafos (Deleuze, Guattari, Rolnik) porque los T.S.M. (Trabajadores de la Salud Mental): psiquiatras, psicólogos, psicodramatistas, psicoanalistas, educadores, corporalistas, etc., que allí se forman, se entrenan para operar en la conducción de sus tareas profesionales con una mirada vibrátil. El T.S.M. se transforma en una especie de guía turístico que consulta el sentido de la ruta escrito en el mapa de las teorías y técnicas que lo han ido formando (escucha y mirada de su Estar estriado, el Estar Molar), y que sostiene en una de sus manos, mientras va diseñando con la otra, los bocetos de sensaciones, de extemporaneidad, de músicas, de ritornelos (cantinelas) inconclusos, y temperaturas por fuera del termómetro que aparecen en la mirada y en la escucha abierta, de su Estar liso, el Estar Molecular. (Kesselman y Pavlovsky: “Los estares del coordinador”). | 18/04/2012

Como decían Edgar Morin e Ilya Prigogine: Ahora … Lo Complejo. Producción de Subjetividad que se corporiza en creencias singulares y colectivas, en un atravesamiento donde lo social atraviesa transversalmente las prácticas profesionales del psicodramatista, ya sean estas bicorporales, multicorporales o definidas como individuales, grupales, institucionales y comunitarias. Ya no más lo social como lo objetivo que sucede en el afuera del sujeto y de lo subjetivo, en el afuera del consultorio de los psicoterapeutas. Ya no hablar de lo social como aquello que sucede más allá de las paredes que hacen íntima la sesión, sino lo social como flujo deseante que atraviesa transversalmente a cada individuo, a cada grupo. No hay que traerlo desde afuera ni habrá de suceder cuando el paciente salga, porque ya está siendo. Y está siendo como producción inconsciente que se despliega horizontalmente en cada saber y en cada quehacer personal y profesional. Entonces, esta concepción de producción de subjetividad la tomo como alternativa a las concepciones de certezas establecidas y la utilizo como tema de estudio de las diferentes prácticas del ser humano. Acudo a esta concepción como herramienta capaz de interrogar todas las corrientes actuales, no sólo de la Psicología, sino de cualquier disciplina o especialidad, en nuestro caso al Psicodrama. | 18/04/2012

Una subjetividad disyuntiva que ya no debe elegir entre lo Uno y lo Múltiple, que ha comenzado a ceder ante el avance de la concepción de una multiplicidad conjuntiva (disyunción inclusa), legalizadora de Lo Complejo. Nuestra proposición epistémica que permite definir la subjetividad como una producción que -al decir de Deleuze & Guattari- se genera maquínicamente en el entre las tensiones y los pliegues de las explicaciones causales y de las acciones azarosas, que son inexplicables, intempestivas, pero que afectan, que agencian y que producen flujos de energía transhumana llamada: Deseo. Que se traslada en sucesos interminables de flujos y cortes, que irrumpe en las inter y en las intrasubjetividades y que conectan cuerpo con abstracciones, ciencia con arte, filosofía con cotidianeidad. | 18/04/2012

LOS MULTI RECURSOS. (O más allá de la interpretación para quienes hemos confiado en ella como único recurso válido). Está metáfora maquínica, objeto de supervisiones y covisiones, se cruza en nuestro quehacer, con diagnósticos para intervenciones programadas, interpretaciones posibles (verbales y dramáticas) y sugerencias de aportes de diferentes técnicas (corporales, sistémicas, psicoanalíticas, guestálticas, dramáticas, etc.) que se le van ocurriendo al terapeuta desde su formación e información académica y cultural. Todo esto constituye al terapeuta en un cartógrafo que busca una tensión fértil entre estas dos concepciones: lo vincular y lo maquínico. Por momentos predomina una, por momentos predomina otra, depende de la posibilidad de experimentar y del umbral de tolerancia posible en cada situación. Para una teoría de la multiplicidad de disposiciones del terapeuta, una técnica de recursos múltiples para elegir y experimentar. Las advertencias van en tres direcciones: hacia los peligros de la voracidad silvestre y simplificadora, hacia la creencia de que disponerse a los multirecursos se opone a la formación sostenida y rigurosa disciplinaria de cada uno de ellos y hacia la confianza de que los acontecimientos azarosos pueden planificarse de antemano. El temor a la iatrogenia y la responsabilidad con el paciente dan inseguridad para cometer sacrilegios alegremente, inhiben la potencia de experimentación del terapeuta y esta inhibición, como el entusiasmo, contagia también a los pacientes. La seguridad en el camino de formación básica (Psiquiatría Clínica, Psicofarmacología, corrientes de la Psicología Dinámica) puede hacer masa con la vocación de ir abriendo cada vez más las teorías y técnicas en las que cada uno comienza a especializarse, animando a cada terapeuta a luchar contra el peligro del racismo de quehaceres y saberes, únicos y de gran certeza, que le permitan enfocar diagnósticos y tratamientos fértiles y respaldados. La regla de oro vigente aún sobre qué cosas hay que hacer, sigue siendo: que cada uno haga lo que quiera y puede hacer, los pacientes quieran y puedan actuar y las circunstancias donde se desarrolla la escena clínica lo permiten y lo aconsejen. Las oposiciones disyuntivas son comprensibles en el calor de la polémica y como materia de debate, pero la interrogación deconstructiva institucional las ubica saturadas por el campo de poder en el Mercado de la Salud Mental. Por ello la disyunción inclusa, es decir el “o” incluido en el “y” conjuntivo sin cesar, apunta no sólo a una desilusión de completud, sino a una voluntad de potencia nietszcheana, que nos anima a desenredar la telaraña donde las fuerzas vitales, eróticas, quedaron bloqueadas. El camino de la cura transita entonces, como el resto de los caminos de la ciudadanía, entre los malestares de nuestra cultura y el erotismo vital laboral, que, si se defiende sin renuncias, puede reaparecer en sucesivos acontecimientos cotidianos, como uno de los mejores recursos para oponerse a los desgastes de los virus sociales de nuestra época. | 29/03/2012

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